El sábado 10 de junio disfrutamos con Juan Pablo Villalobos de una tarde literaria y política, en el segundo club de lectura de este año del programa «4 Lecturas 4 Continentes» en la que discutimos de su trayectoria literaria, además de su libro, 34º Premio Herralde de novela: No voy a pedirle a nadie que me crea, de la que nos adelantó, saldrá próximamente la película, en estos meses.
Comenzó contándonos, a través de las preguntas de nuestro moderador más dicharachero, Ángel Hernando, cómo ha ido cambiando su manera de leer desde la adolescencia hasta hoy, comenzando por una lectura compulsiva, desesperada, la lectura como vía de escape de la desdicha, de un lugar y de un mundo conflictivo. En esos momentos leía todo lo que le caía en las manos, hasta que un familiar puso en sus manos toda la literatura latinoamericana, donde descubrió la lectura sosegada, pasando de la desesperación al placer a través de los grandes autores del boom latinoamericano. Sin embargo, nunca pensó que él mismo pudiera vivir de la literatura, y decidió estudiar Economía. Fue después cuando decidió estudiar la carrera de letras para «ordenar sus lecturas», que le llevó posteriormente a Barcelona a terminar sus estudios, como el protagonista de nuestra novela... Juan Pablo Villalobos, ¡que también comparte con el autor nombre y apellidos!
Nos habló de la influencia de Sergio Pitol en su vida y en su obra, y de las diferentes novelas de Roberto Bolaño, y cómo las que para su gusto son las mejores construidas, aquellas que reflexionan sobre la dictadura de Pinochet, son las menos famosas, que no consiguen el éxito de público del Bolaño «mexicano» como Los detectives salvajes o 2666. Como para Bolaño, para él, el desarraigo es una actitud antes la escritura, una liberación al escribir las voces narrativas desde la distancia.
Su primera novela, Fiesta en la madriguera, la envió al premio Anagrama, y aunque no fue seleccionada, sí le sirvió para publicar en esta editorial todos sus títulos desde entonces, ganando el premio finalmente en 2016 con la novela protagonista del club. Un punto común en todas sus novelas es el humor, que nos contó que para él es un efecto en su narrativa, sin planteamiento previo, que va surgiendo en los mismos personajes y en la trama que les acompaña, es necesario, crea conciencia, rebelión... porque ante la tiranía y el abuso de poder sólo queda la parodia.
En un momento decidió no escribir más sobre México, corría el riesgo de convertirse todo en una historia nostálgica. Después de todo el tiempo que llevaba afincado en Barcelona, quería dejar México un poco al lado para escribir de su cotidianeidad, una necesidad vital de vivir en el presente, su última novela, Peluquería y letras, es un buen ejemplo de esto.
Juan Pablo Villalobos con su perro en el club de lectura «4 Lecturas 4 Continentes» |
Los lectores destacaron la originalidad de la estructura, la mezcla de géneros literarios para conformar la historia, a lo que el escritor respondió, complacido, confesando que escribe de forma intuitiva, lo que implica muchas revisiones y reescrituras, porque Juan Pablo Villalobos es un experto del diario y la autobiografía, temas de estudio en su carrera literaria, y para él las voces de los personajes, el tono, es lo que impulsa y crea la trama, por eso lo utiliza tanto en sus libros, porque le apasionan los diálogos en la literatura, en esta novela hay cuatro. Tanto la madre como el primo son dos personajes clave, que ilustran a través de su forma de expresarse los caracteres, dos prototipos para el autor muy propios de la cultura mexicana. Las otras dos voces, Valentina y sus diarios, y la autobiografía del protagonista, nada tienen que ver entre sí tampoco. Los diálogos de uno se atropellan, y la trama se combina con la forma en un contrapunto interesante donde podemos sentir tanto el agobio de Juan Pablo como la paciencia y pausa de Valentina, a través de sus voces. También nos reveló que tuvo la tentación de contar para este libro con una quinta narradora, que finalmente no incluyó, muchos nos quedamos con las ganas de leer esa parte expurgada.
Otro lector destacó las sutilezas del lenguaje, los diferentes acentos y hablas de los personajes del libro: mexicano, argentino, pakistaní, catalán... ¿cómo traducir aquello? A lo que el autor respondió con la recomendación de la traducción inglesa, con un prólogo del traductor, y aprovechó para contarnos el choque de muchos mexicanos con el uso del lenguaje directo utilizado en España frente a los diminutivos y circunloquios de América Latina, una falsa educación desde su punto de vista, que dice mucho de la cultura y hábitos de cada país.
Nos comentó que a día de hoy hubiera escrito otro final, menos terrible, más optimista, la rabia con la que encaró la novela en su día no la tiene actualmente, creyendo en la literatura como redención de almas y de discursos extremistas, esos discursos que alimentan el horror y el miedo, y provocan las injusticias que hemos podido leer tanto en este como en otros tantos libros, y que a día de hoy podemos escuchar en las noticias. Por eso no quiere que la literatura sirva sólo para doler, sino para imaginar otros escenarios posibles. ¡Gracias Juan Pablo!
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