lunes, 25 de junio de 2018

De series de televisión y nuevas formas de consumir contenidos de la mano de Ruth García.


Ruth García 42 años, natural de Barcelona. Trabajó en sus inicios en dibujos animados como productora, y en documentales. Luego se fue a Madrid y allí empezó a escribir guiones de ficción de series como “Aquí no hay quien viva”, “Los Hombres de Paco”, “La Lola”, “Cómplices”, “Génesis. En la mente del asesino”, “La Sopa Boba”, “El Internado” o “La Señora”. Es creadora de “Los Protegidos” y “El Incidente”, y actualmente es dialoguista de “Acacias 38”.  

    ¿Cuál es el proceso que pasa una serie de estar en su mente al televisor?

El proceso no siempre es el mismo. A veces se te ocurre una idea, un concepto. Piensas, me gustaría hacer una de la mafia, un thriller trepidante y lleno de ganchos, o una comedia costumbrista de tres perdedores. Y luego piensas en posibles detonantes, entornos, personajes. Otras veces se te ocurre un personaje al que te apetece acompañar un rato a ver qué hace o exponerlo ante un conflicto para ver cómo reacciona. A lo mejor estás con él un rato en un mundo o en una época y piensas, ¿y si me lo llevara al siglo pasado? ¿Y si en lugar de un hombre, fuera una mujer? Y hay otras veces que, como tienes que comer, y tu sueldo paga tu hipoteca, piensas en una cadena en concreto y valoras qué producto encaja ahí, qué tipo de serie le falta en su parrilla y trabajas un poco enfocando tu producto a las posibilidades de venta que ha de tener.

Yo suelo pensar siempre en qué es lo que a mí me apetece escribir, en qué mundo me apetece estar los próximos dos años de mi vida. Al final creo que todo se reduce a eso; en qué mundo quieren vivir cuando llegas a casa por las noches y tratas de evadirte de tus problemas de la vida diaria. Las series que yo veo siempre tienen algo en común. Da igual que sean de abogados o una distopía futurista, siempre son mundos en los que me apetece vivir y personajes con los que me apetece entablar una relación.  Me ha pasado innumerables veces de acabar una serie y sentirme un poco huérfana. Escribiendo me pasa un poco lo mismo. Me tienen que caer bien mis personajes, aunque sean muy malos, tengo que entender su ranura emocional para hacer el mal. De hecho, suelo llevarme peor con los personajes buenos. Me suelen interesar más los disfuncionales y con defectos que los perfectos.

·    ¿Cómo te documentas cuando piensas una serie? ¿Consultas documentación en bibliotecas?

Definitivamente no. Tengo amigos guionistas más mayores que yo que cuentan que antes necesitaban un tiempo, dentro de los días que les daban para la escritura de guion, para documentarse. Echaban horas y horas en las bibliotecas. Muchos escribían directamente sus guiones allí por tener la documentación al alcance de la mano. La llegada de Internet ha hecho que todo se pueda documentar a través de la red y sin salir de casa. Al menos al principio, en las primeras versiones del guion. Luego, cuando la producción empieza y se empieza a contratar gente, entra en juego una figura que está a caballo entre el plató y la sala de guionistas. Es la figura de la documentalista. Suelen ser mujeres, no sé yo por qué. Esta figura es maravillosa porque está en su ordenador en la sala mientras el equipo va pensando las tramas. A veces se te olvida que está, pero está, y muy atenta a la conversación. En paralelo a tus ideas va conectándose a internet y buscando cosas. Adelantándose a posibles problemas que puedan surgir en el camino de la trama. Cuando oye alguna incongruencia te corrige para que no pierdas el tiempo pensando en algo que no es posible. Posteriormente, cuando el guion está escrito lo revisa, habla con eruditos en la materia, y a veces pide ajustes por cosas que no corresponden con la realidad. En plató también es útil para el equipo de arte. También trabaja muy pegada a la script, que es quién lleva la continuidad de la serie. En plató a veces se cambian cosas respecto a los guiones. Al final la documentalista es la única que sabe lo que se ha emitido realmente o sea lo que el público sabe.

   ¿Cuál es el principal cambio que has notado como guionista con la irrupción de nuevas plataformas como Netflix o HBO?

Cambios, todos. Antes, solo existían las cadenas generalistas. El único lugar donde podías ir a vender una serie era a TVE, Mediaset y Atresmedia. Las cadenas generalistas renuevan o retiran sus productos basándose en los índices de audiencia, que es lo que hace incrementar o descender sus ingresos publicitarios, que es al final, lo que paga nuestros sueldos. Aparte, nuestro mercado era el español. El objetivo era que nos vieran el mayor número de personas en el territorio español el día del estreno de la serie. Si luego la serie tenía vida más allá, si se vendía a otros países, pues bienvenido sea. Pero la única condición para renovar era sacar un buen dato de audiencia.

Debíamos pensar series a las que llamamos “de horquilla amplia”, es decir series para todos los públicos. Una serie debía gustar de igual forma a una abuela de Cuenca, a un niño de Barbate y a un joven urbanita madrileño de 30 años. Imagínate, personas que nada tienen que ver. Cosa que no era fácil, no se puede contentar a todos, solo Coca Cola consigue eso. Nunca los conceptos eran muy trasgresores o peregrinos, porque cuando te ibas a algo muy extraño siempre echabas a alguien, a niños y a viejos la mayoría de las veces. Ejemplos de ello son “Médico de Familia” o “Los Serrano”, auténticos éxitos de audiencia. Tenían una trama de niños, una de adolescente, otra de adultos. Tenían tramas para un público de un nivel cultural más bajo y otras un poco más elevadas. Todos vivíamos de los índices de audiencia, y si el dato era malo, por mucho que funcionara entre jóvenes de 13 a 24 años, te cancelaban la serie y tú y un equipo de 100 personas se iba a la calle.

Ahora, con la llegada de Netflix, HBO y Movistar la cosa ha cambiado mucho. Netflix y HBO tienen un mercado internacional, el público que se sus series es infinitamente mayor. Así que se pueden permitir comprar productos de horquilla estrecha, dirigidos a jóvenes de 13 a 2, por ejemplo, porque el mercado es enorme. “Stranger Things” es un gran ejemplo de ello. Ni creo que mi madre sepa ni siquiera qué es. Otro ejemplo es “La Casa de Papel”, aquí funcionó más o menos, pero nada que ver con el super éxito que ha sido internacionalmente. Todas ellas, incluyendo Movistar que solo se ve en España, no dependen tanto de los índices de audiencia si no del número de afiliados. Así que los productos no tienen que gustar a todo el mundo. Por primera vez podemos hacer series dirigidas a una sola franja de la población.

La forma de consumo también ha cambiado. La llegada de Internet y las plataformas ha hecho que el consumo varíe. Las familias ya no se reúnen al completo después del telediario a consumir una ficción alrededor del televisor colocado en el salón. Ahora tenemos a los padres en el salón con la tele, a los niños en la cama con la Tablet, a los adolescentes ante el ordenador. Antes había una sola ventana a la que asomarse y ahora hay muchas. Eso hace que los contenidos de televisión también se hayan diversificado.

·    Has participado en “El Internado” que tuvo un gran éxito en Rusia o en los “Hombres de Paco” que se dobló al árabe marroquí. ¿Cómo guionista te sorprende que series cargadas de tantos rasgos culturales se distribuyan por otros países?

No me sorprende en estos dos casos que me estás contando. Los hombres de Paco era una comedia de tres perdedores, policías para más inri. No había chistes de actualidad política ni nada por el estilo. Conscientemente tratábamos de hacer una serie abierta. En todos los países hay un cuerpo nacional de policía y en todos hay perdedores y ganadores, héroes y anti héroes. Además, lo cómico surgía del dolor de los personajes. La comedia no es más que tragedia más paso de tiempo. El peor momento de tu vida, el más doloroso y avergonzante, visto con el tiempo es absolutamente cómico siempre. La comedia tiene ese poder, que atrapa a todos los públicos, todo el mundo quiere reírse.

En el caso de El Internado sucedía algo similar. Queríamos hacer una de miedo en un entorno cerrado y con elementos sobrenaturales. Pero nunca decíamos dónde estaba la Laguna Negra porque no queríamos contextualizarlo. Creo que el miedo también es una de esas sensaciones universales que atrapan a todo el mundo.

·    Existen series españolas que se han rodado en Marruecos como “El Tiempo entre costuras” que está ambientada parte de ella en Tetuán. A la hora de escribir un guion ¿se tiene en cuenta o influye en el proceso creativo los posibles escenarios y consecuente presupuesto de la mismos?

Por supuesto. En “El Tiempo entre costuras”, que era la adaptación de la novela de María Dueñas, se sabía por delante que había un holgado presupuesto para rodar en Marruecos. Si no, no se hubiera hecho nunca. Era imprescindible rodar en esas maravillosas localizaciones que luego retrató la serie. Si no hubiera sido traicionar el espíritu de la novela.

·   ¿Qué es más importante para un guionista o creador de una historia, sus propias experiencias de la vida que recoja a través de viajes a marruecos por ejemplo o visionar contenidos similares, aunque sea en otro tipo de formatos para saber qué se está consumiendo en televisión y dejarse inspirar?

Es importante consumir el mayor número de series posibles, leer libros, ir al cine… Esto al final es un oficio y se tiene que saber qué está haciendo la competencia y cómo evoluciona el mundo. Pero si no sales a la calle, viajas, escuchas conversaciones en los bares y en el autobús, no puedes hacer productos con los que la gente que ha de verte, empatice. Para mí lo más importante de una serie es que los personajes sean de carne y hueso y sus conflictos de verdad. Creo que para escribir lo más importante es entender al ser humano, incluido al ser humano que hay dentro de ti. Entender la complejidad que anida dentro de uno. Saber que a veces nos equivocamos, que hay épocas malas en las que actuemos como villanos, y épocas buenas en las que somos auténticos héroes. Momentos en los que actuamos apoderados por el miedo o cegados por el amor. En una sala de guion siempre se suelen hablar de cosas muy personales, todos terminamos siendo amigos porque acabamos confesándonos secretos inconfesables. A veces escribes una trama en la que expones a un personaje ante un conflicto y no puedes evitar recordar cómo actuaste tú aquel día en el que te pasó algo así. La honestidad es importante en todo esto, porque se nota cuando las cosas se escriben de verdad o sólo por imitación. A mí me ayudó mucho para escribir ir a terapia. Enfrentarme a cosas sobre mí misma en las que nunca había pensado, cosas sobre mis padres, sobre mi infancia, sobre momentos en los que me equivoqué… fue, aparte de liberador, enriquecedor. Y creo que me hizo mejor guionista.

Esta entrevista ha sido realizada por María Bermudez de Castro, colaboradora de la biblioteca del Instituto Cervantes de Tetuán el pasado mes de mayo, a la que echamos mucho de menos. Gracias por tu tiempo, tu interés, tus ideas y tus reflexiones, te esperamos siempre por aquí.

miércoles, 6 de junio de 2018

Club virtual de lectura: Los pacientes del doctor García, de Almudena Grandes.


El pasado 31 de mayo lectores de todo el mundo estuvimos charlando en directo en el club virtual de lectura del Instituto Cervantes con la gran escritora y columnista Almudena Grandes. La novela elegida como protagonista de la charla fue Los pacientes del doctor García, publicada en 2017, y cuarta entrega de la serie Episodios de una Guerra Interminable. Después de los problemas técnicos que hubo el día anterior por los que la charla tuvo que ser pospuesta, se había generado una gran expectación que no defraudó gracias a la generosidad e ingenio de la autora, y al entusiasmo de sus lectores y seguidores. Almudena Grandes es una de las autoras españolas más importantes del s. XX, que en los años 80 rompió moldes con su obra Las edades de Lulú, y que desde entonces no ha parado de escribir y cosechar éxitos con sus novelas de cuidadas descripciones y rigurosas investigaciones que nos traslada entremezcladas con historias personales, ficción y contextualización histórica escritas en una prosa fresca, ágil y muy placentera. Para todos aquellos que no la conozcáis os recomendamos escoger cualquiera de sus títulos de la biblioteca, una apuesta segura.


Una treintena de personas nos reunimos en el chat para debatir los entresijos de la novela contando con la especial presencia de su autora, que inició el chat respondiendo a diferentes preguntas formuladas durante el periodo de lectura de la segunda quincena del mes, y desvelando que su proceso creativo comienza con un argumento definido al que le va sumando personajes para más tarde determinar la estructura y por último, descifrar el cómo lo va a contar, una gran aventura esta última parte, en palabras de la autora. Cuatro años es el tiempo que le ha llevado a Almudena Grandes escribir esta novela, primero por la complejidad de la estructura, y después por las labores de investigación realizadas, debido principalmente a la poca información disponible acerca de la red Stauffer, la organización clandestina que aparece en el libro, protegida hasta hoy día con gran hermetismo. En este proceso de documentación la autora nos contó cómo disfruta también viendo fotos y películas sobre la época en la que se desarrolla su novela. Es especialmente admiradora del cine ya que logra captar la realidad y aporta datos más allá del argumento, como puede ser el precio del café o la manera de hablar de entonces.

Entre los personajes destaca Clara, fascinante e irresistible, la mujer al mando de esta organización clandestina, que algún lector comparó con Leni Riefenstahl, al mismo tiempo que en el desarrollo de la trama imaginaba Madrid como si de Casablanca se tratara en ese eje por el que se desarrolla la historia Madrid - Berlín - Buenos Aires. La autora explicó la contradicción que sentía respecto al personaje de Clara que, a pesar de haber trabajado para “el mal”, en cualquier otra situación hubiese sido una heroína, y por eso se ufana en descifrar por qué y cómo llega a esa situación: "No se trata sólo de condenar a los malos, también creo que hay que intentar por qué han llegado a ser así". Sin embargo, a “los buenos” del libro los califica de héroes por accidente sin una vocación heroica como tal, lo cual puede resultar sorprendente para el lector. Por otra parte, en lo que se refiere a la intervención de personajes reales dice siempre tener mucha precaución con lo que escribe sobre ellos para no errar acerca de lo que realmente hubieran hecho ante situaciones reales. 

Almudena Grandes no tuvo reparos en hablar de política. Criticó duramente al bando aliado acusándoles de haber permitido que después de 1945 permaneciese la dictadura franquista en el poder y no los demócratas españoles. También criticó el papel de la Iglesia en la Guerra Civil, que hizo que prevaleciese la idea de que la batalla política en realidad era una guerra santa, en la que en nombre de Dios todo estaba permitido, especialmente contra los republicanos que eran los “asesinos de Dios” y la “anti-España”, mencionando igualmente alguna excepción como Gumersindo de Estella, capellán de la cárcel de Zaragoza, que denunció los crímenes y las barbaridades que se estaban cometiendo. 

Y así, a lo largo de la hora de conversación, también citó a grandes autores como Benito Pérez Galdós, recordando que fue él quien “nos enseñó a contar la historia desde abajo, a construir la vida pública de una sociedad a partir de la vida cotidiana de las personas corrientes”. Y un reconocimiento a Luís Cernuda, para ella, el autor más grande de la Generación del 27, y el que más ha influido en la poesía posterior.

Su impresión es que en España hay todavía gran cantidad de historias por contar, un país que por su historia misma es una mina de oro aún por explotar, historias que todavía nadie ha contado y que ella tampoco tendrá tiempo de hacerlo, pero donde quiere aportar su granito de arena dando luz y visibilidad a esos desconocidos que lucharon por las libertades y los derechos que tenemos ahora. Relatar algunas de esas historias es una forma de agradecimiento ya que siente que las instituciones actuales no lo están haciendo. Se siente muy optimista respecto a lo que califica ella como “batalla de la memoria”, la cual cree que acabarán “ganando” a pesar de todas las trabas políticas y los silencios, y que solo será posible cuando los jóvenes nacidos en democracia y criados sin miedo lleguen al poder. Y es este empeño el que le ha llevado a recibir recientemente el primer Premio de Memoria Histórica de la Región de Murcia, por ser una de las máximas representantes de la recuperación de la histórica soterrada de nuestro país.
  
Nos anunció también que existe un proyecto embrionario para hacer una serie de televisión ya que para la elaboración de una película hubiese sido necesario eliminar muchos fragmentos de la obra y prefiere no hacerlo. Respecto a la continuación de esta novela, negó cualquier tipo de continuación de la misma, sin embargo, la serie de libros sí que contará con dos novelas más. Y así seguiremos conociendo mucho más de esa época convulsa de la mano de esta valiente escritora a la que permaneceremos fieles.

Cuando se escribe ficción sobre hechos reales, hay que conquistar un equilibrio milimétrico entre la libertad del creador, que es una condición irrenunciable, y la lealtad a la verdad histórica.

Club virtual de lectura del Instituto Cervantes. Mayo 2018