martes, 10 de febrero de 2015

García Márquez y el mundo árabe, una conferencia de Consuelo Jiménez de Cisneros


El jueves 5 de febrero , festividad de Santa Águeda o Ágata, tal y como figura en algunos almanaques, célebre por la protección que al parecer dispensa a las mujeres que tienen algún problema, tuvimos entre nosotros a otra mujer también célebre. Consuelo Jiménez de Cisneros  y Baudín, catedrática de lengua española y escritora, nos acompañó en un viaje mágico y real, a pesar de las paradojas, al Macondo más exótico, al de los turcos, sirios y palestinos… Y lo hizo embarcándonos a las órdenes del timón y pluma de Gabriel García Márquez que falleció hace casi un año. Pero su despegue de lo terrenal, lejos de dejarnos desheredados, nos facilitó un buen legado en anaqueles y bibliotecas: sus prosas, siempre exquisitas, siempre vigentes.

Almudena Quintana, bibliotecaria del IC de Tetuán,  y Consuelo Jiménez de
Cisneros, conferenciante, durante la
charla en el Instituto Cervantes
de Tetuán.
Consuelo, en su amena conferencia celebrada en el Instituto Cervantes de Tetuán,  nos ayudó a situarnos en los referentes árabes que bien podrían motivar su aparición en las obras del escritor. Su esposa tenía antecedentes egipcios y las diferentes migraciones habían llevado no sólo a ciudadanos árabes hasta América (alrededor de cuatrocientos mil en el primer tercio del siglo XX) sino buena parte de tradiciones y costumbres delegando su transmisión en los andaluces que hace quinientos años arribaron a aquel continente.

Se centró en Cien años de soledad tras esbozar una instantánea del autor: “escritor gigante” por las dimensiones de su obra y por los éxitos tanto entre quienes se dedican a la crítica y a la traducción como entre lectores y lectoras; personalidad única, alto compromiso ético, social y político; sentido del humor, modestia y laboriosidad; revolucionario y osado en las consignas referentes a la ortografía; y, formado exhaustivamente en materia periodística, lo que le permitiría conocer muy bien el método para lograr romper las pautas magistralmente y traspasar fronteras siempre innovando y rompiendo moldes tradicionales. El “hiperbólico título” de la obra ya nos hace establecer conexiones con “el Quijote de nuestro tiempo”, como dijera Neruda, y con las “Mil y una noches”. Con un estilo brillante que en realidad se traduce en una suerte de pluralidad de estilos, el autor será “imitado pero inimitable” para convertir a través del texto a la lengua en única patria, tal y como nos enseñaran Juan Goytisolo y Joseba Sarrionandia.

Consuelo Jiménez de Cisneros centró su comunicación respecto a la presencia de lo árabe en esta obra en torno a tres epígrafes: la presencia notable de personajes colectivos e individuales árabes; las referencias literarias y en general, artísticas, a la cultura árabe; y, el uso de términos de procedencia árabe para designar utensilios cotidianos y prácticas habituales. Los árabes y esa calle de los turcos que se presta a confusión, serán testigos de los éxitos y las decadencias de Macondo, de su propia construcción y de su ocaso. Y lo trágico, el exagerado diluvio que puede ser traducido como duelo y luto de una tierra, madre naturaleza, ante los crímenes de los hombres, nos permite la clave. “El éxito de su supervivencia está en la resistencia y en la paciencia, en su resignación tomada en positivo”. 

           Consuelo Jiménez de Cisneros escuchando
los comentarios de la presentadora.
Consuelo nos regaló algunas citas extraídas de la obra que nos permitieron revisitar tópicos referentes a una supuesta “arábiga quietud”, a la calma y al ensimismamiento, a la resignación frente a la fatalidad del destino, a una nostalgia eterna que quién sabe si no proviene de la melancolía por paraísos perdidos. De ahí a la “sonrisa ladina”, al corazón árabe, transitando por la “mirada de ensueño”, “un estar pensativo y tristeza de sarraceno” hasta los “ojos árabes”. Recordamos juntos a Úrsula y ese “mundo (que) se va acabando poco a poco” porque las alfombras ya no vuelan ni las lámparas nos satisfacen deseos. Entre collares de árabes, anafres, babuchas y beduinos la conferencia tocaba también a su fin. Consuelo recorrió a los principales traductores de la obra de Gabriel García Márquez entre los que se encuentran dos mujeres, a la lengua árabe para concluir con la relevancia del peso de lo árabe en la obra del escritor, territorio que espera ser explotado entre críticos, expertos e intelectuales. 

El público intervino brevemente recordando algunos pasajes de la vida del autor durante su estancia en París, donde el escritor había compartido celda con hombres argelinos, y en palabras de García Márquez en el artículo de El País del 23 de diciembre de 1982, Desde París, con amor: “la revolución argelina es la única por la cual he estado preso”. La intervención sirvió para hablar de los artículos escritos por el autor en este diario, disponibles en abierto en la web. Desde este blog queremos destacar, en relación con el realismo mágico, el siguiente: Algo más sobre literatura y realidad, del 1 de julio de 1981. 

Finalmente una profesora comentó la satisfacción de su alumnado de niveles intermedios al acercarse a la prosa de este escritor y el interés que suscitaba el autor ante la aproximación literaria a la fatalidad del destino, y la conferencia concluyó con el comentario por parte de Consuelo de una entrevista de la BBC Mundo a Abir Abdelhafez, hispanista cairota, sobre la influencia de García Márquez en el mundo árabe.


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