El pasado 31 de mayo lectores de todo el mundo estuvimos charlando en
directo en el club virtual de lectura del Instituto Cervantes con la gran escritora y columnista Almudena Grandes. La novela elegida como
protagonista de la charla fue Los
pacientes del doctor García, publicada en 2017, y cuarta entrega de la
serie Episodios de una Guerra Interminable.
Después de los problemas técnicos que hubo el día anterior por los que la
charla tuvo que ser pospuesta, se había generado una gran expectación que no
defraudó gracias a la generosidad e ingenio de la autora, y al entusiasmo de sus lectores y seguidores. Almudena Grandes es una de las autoras españolas más importantes del s. XX, que en los
años 80 rompió moldes con su obra Las
edades de Lulú, y que desde entonces no ha parado de escribir y cosechar
éxitos con sus novelas de cuidadas descripciones y rigurosas investigaciones
que nos traslada entremezcladas con historias personales, ficción y
contextualización histórica escritas en una prosa fresca, ágil y muy
placentera. Para todos aquellos que no la conozcáis os recomendamos escoger cualquiera de sus títulos de la biblioteca, una apuesta segura.
Una treintena de personas nos reunimos en el chat para debatir los entresijos de la novela contando con la especial presencia de su autora, que inició el chat respondiendo a diferentes preguntas formuladas durante el periodo de lectura de la segunda quincena del mes, y desvelando que su proceso creativo comienza con un argumento definido al que le va sumando personajes para más tarde determinar la estructura y por último, descifrar el cómo lo va a contar, una gran aventura esta última parte, en palabras de la autora. Cuatro años es el tiempo que le ha llevado a Almudena Grandes escribir esta novela, primero por la complejidad de la estructura, y después por las labores de investigación realizadas, debido principalmente a la poca información disponible acerca de la red Stauffer, la organización clandestina que aparece en el libro, protegida hasta hoy día con gran hermetismo. En este proceso de documentación la autora nos contó cómo disfruta también viendo fotos y películas sobre la época en la que se desarrolla su novela. Es especialmente admiradora del cine ya que logra captar la realidad y aporta datos más allá del argumento, como puede ser el precio del café o la manera de hablar de entonces.
Entre los personajes destaca Clara, fascinante e irresistible, la
mujer al mando de esta organización clandestina, que algún lector comparó con Leni Riefenstahl, al mismo tiempo que en el desarrollo de la trama imaginaba Madrid
como si de Casablanca se tratara en ese eje por el que se desarrolla la
historia Madrid - Berlín - Buenos Aires. La autora explicó la contradicción que
sentía respecto al personaje de Clara que, a pesar de haber trabajado para “el
mal”, en cualquier otra situación hubiese sido una heroína, y por eso se ufana en descifrar por qué y cómo llega a esa situación: "No se trata sólo de
condenar a los malos, también creo que hay que intentar por qué han llegado a ser
así". Sin embargo, a “los buenos”
del libro los califica de héroes por accidente sin una vocación heroica como
tal, lo cual puede resultar sorprendente para el lector. Por otra parte, en lo
que se refiere a la intervención de personajes reales dice siempre tener mucha
precaución con lo que escribe sobre ellos para no errar acerca de
lo que realmente hubieran hecho ante situaciones reales.
Almudena Grandes no tuvo reparos en hablar de política. Criticó duramente
al bando aliado acusándoles de haber permitido que después de 1945 permaneciese
la dictadura franquista en el poder y no los demócratas españoles. También criticó el papel de la Iglesia en la Guerra Civil, que hizo que prevaleciese la idea de
que la batalla política en realidad era una guerra santa, en la que en nombre
de Dios todo estaba permitido, especialmente contra los republicanos que eran
los “asesinos de Dios” y la “anti-España”, mencionando igualmente alguna
excepción como Gumersindo de Estella, capellán de la cárcel de Zaragoza, que
denunció los crímenes y las barbaridades que se estaban cometiendo.
Y así, a lo largo de la hora de conversación, también citó a grandes autores como Benito Pérez Galdós, recordando que fue él quien “nos enseñó a contar la historia desde abajo, a construir la vida pública de una sociedad a partir de la vida cotidiana de las personas corrientes”. Y un reconocimiento a Luís Cernuda, para ella, el autor más grande de la Generación del 27, y el que más ha influido en la poesía posterior.
Su impresión es que en España hay todavía gran cantidad de historias por
contar, un país que por su historia misma es una mina de oro aún por explotar, historias que todavía nadie ha contado y que ella tampoco tendrá tiempo de hacerlo,
pero donde quiere aportar su granito de arena dando luz y visibilidad a esos desconocidos que lucharon por las libertades y los derechos que tenemos
ahora. Relatar algunas de esas historias es una forma de
agradecimiento ya que siente que las instituciones actuales no lo están
haciendo. Se siente muy optimista respecto a lo que califica ella como
“batalla de la memoria”, la cual cree que acabarán “ganando” a pesar de todas
las trabas políticas y los silencios, y que solo será posible cuando los
jóvenes nacidos en democracia y criados sin miedo lleguen al poder. Y es este
empeño el que le ha llevado a recibir recientemente el primer Premio de Memoria Histórica de la Región de Murcia, por ser una de las máximas
representantes de la recuperación de la histórica soterrada de nuestro país.
Nos anunció también que existe un proyecto embrionario para hacer una serie
de televisión ya que para la elaboración de una película hubiese sido necesario
eliminar muchos fragmentos de la obra y prefiere no hacerlo. Respecto a la
continuación de esta novela, negó cualquier tipo de continuación de la misma,
sin embargo, la serie de libros sí que contará con dos novelas más. Y así
seguiremos conociendo mucho más de esa época convulsa de la mano de esta
valiente escritora a la que permaneceremos fieles.
Cuando se escribe ficción sobre hechos reales, hay
que conquistar un equilibrio milimétrico entre la libertad del creador, que es
una condición irrenunciable, y la lealtad a la verdad histórica.
Club virtual de lectura del Instituto Cervantes. Mayo 2018
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