miércoles, 24 de noviembre de 2021

Club de lectura: El lunes nos querrán, de Najat El Hachmi


El martes 23 de noviembre, en una lluviosa tarde de Tetuán, nos encontramos por videoconferencia con Najat El Hachmi para comentar, en el club de lectura de noviembre su obra, galardonada con el Premio Nadal 2021: El lunes nos querrán. La actividad la realizamos en en coordinación entre los Institutos Cervantes de Tánger y Tetuán, y en colaboración con la Fundación Tres Culturas del Mediterráneo, con la que tantos clubes de lectura y experiencias hemos compartido, difundiendo y acercando la literatura mediterránea a través de sus autores.

Javier Rioyo, director del Instituto Cervantes de Tánger presentó a la autora comparándola con Carmen Laforet, a quien homenajean esta semana desde esta ciudad, por ser dos escritoras galardonadas con el Nadal, a su juicio el premio literario español más importante, a nivel de crítica y de público, así como por los paisajes de la vida y obras de estas dos grandes mujeres: Barcelona y Marruecos. Desde Tetuán, el director del Instituto Cervantes, Francisco Oda, dio la bienvenida a la autora y entre ambos, le lanzaron las primeras preguntas relacionadas con fronteras y espacios transfronterizos que la lectura de sus libros sugiere, esa mezcla de culturas, de identidades y de lugares. 

Najat confesaba sentirse exiliada, y aseguraba que la actual situación de fronteras cerradas la recuerda a las historias que retrata en sus textos, cuando ser emigrante era una importante decisión, donde volver no era tan fácil, donde los viajes no eran tan habituales, y algunas veces pasaban años antes de poder regresar a visitar a la familia, y que, de algún modo, sirve para tomar conciencia de que el emigrante, en algunas situaciones, no vuelve nunca. Hablamos entonces de un cambio irreversible que tiene consecuencias a muy largo plazo, tanto para el que emprende el camino como para los que vienen detrás. Y en relación a los espacios transfronterizos, aseguraba sentirlos muy próximos, desde la segregación de sexos que pudo contemplar desde bien pequeña, hasta el descubrimiento de la frontera entre lo árabe y lo rifeño, para más tarde, sí, ser consciente de la diferencia que podía contemplar, por ejemplo, en las mujeres rifeñas a un lado y a otro de la frontera de Melilla.

La primera pregunta del público destacó los nombres que no aparecían en el libro, unas protagonistas que no desvelan su identidad, refugiadas, y a quien nadie las ve realmente como son, porque no hay interés en ello. Najat contaba como sus historias son fruto de la escucha, en su oficio como mediadora intercultural ha tenido acceso a cantidad de historias, tristes y duras, de la emigración o del Rif, de mujeres que no encontraban otro espacio para romper el silencio. Reveló que siempre ha estado muy atenta a esas injusticias sociales, y que ha sido la escritura la que, ante la frustración de la impotencia de no poder arreglar el mundo, permitía convertir esas historias en un relato que la ayudaba a esclarecer las ideas y ver más claro en qué consistían esas injusticias. El efecto sanador de la escritura. Ahora, además, y a raíz de este merecido premio que tantos lectores celebraron, resulta un altavoz para muchas personas que le agradecen sus escritos y la difusión de esas historias, en las que cualquiera nos podemos ver identificados en algún momento. 

Algún lector quiso ver en esta novela una continuación de la primera, El último patriarca, y destacó la presencia rifeña tan implícita en los textos. Otros preguntaron por las pautas que se marca antes de lanzarse a escribir, a la que Najat contestaba que para ella era muy importante escoger bien las palabras, depurar el lenguaje, no utilizar palabras demasiado rebuscadas, ofreciendo un ritmo de lectura ágil, debido quizás a esa oralidad de la que proviene y a la que está acostumbrada. También nos habló de esa mágica atmósfera que crea al enfrentarse al papel en blanco, donde todos los sentidos están presentes, por los que se deja llevar, y que además, consigue trasladar a los lectores. Ilustraba la situación con el primer relato que escribió dedicado a su abuelo, en el que todos pudimos oler la chilaba de lana que éste llevaba camino del consultorio, a lomos del burro familiar, en Yo tambe sóc catalana

Algunos profesores hablaron de establecer esta lectura como obligatoria para estudiantes del BAC o de secundaria, por esa etapa de tránsito de la adolescencia a la edad adulta que relata, combinando dos discursos que acaban dándose la mano y que tienen todo que ver: el feminismo y la obsesión por el cuerpo. Tanto en oriente como en occidente, cree que las mujeres no saben cómo expresar su insatisfacción, y el sexo y el deseo se convierten en un instrumento en contra, precisamente, de ellas mismas. Desde su punto de vista, aún queda un largo camino por recorrer porque para ser libres, primero, tenemos que saber bien lo que queremos. Esta situación la relataba en otro de sus libros, La cazadora de cuerpos

Frente a la pregunta de si la situación había mejorado de antes a ahora, de las historias que nos narra en este libro, no es optimista, opina que la negación del feminismo y del racismo condiciona todo el debate, y así, no se puede combatir. Frente al negacionismo de algunos y a la instrumentalización de otros, la situación no mejora, aunque sí hay más voces, esperanza, y propone romper silencios, protegerse y esperar el momento adecuado para hacerse escuchar, establecer estrategias, y aliarse con otras mujeres en el camino.

Desde esta orilla le agradecieron dar voz y representación a los silencios recogidos dentro de una educación discriminatoria con muchas mujeres, la agradecieron retratar en sus libros esas situaciones cotidianas que todo el mundo debería conocer, con las que deberíamos acabar, en esa soñada libertad, tantas veces frustrada, de esas generaciones, algunas veces, perdidas, Y frente a las críticas recibidas en ocasiones, ofrece un buen remedio: leer sus libros, no dejarse llevar por frases o entrevistas en momentos puntuales, proporciona sus textos para que, a partir de ahí, se pueda establecer un diálogo que sabemos, enriquece a todas las partes. Gracias Najat, y enhorabuena por este merecido premio.