La tarde del martes 7 de febrero viajamos lejos en el tiempo de la mano de Carmen Aranegui, y desde el Instituto Cervantes de Tetuán, con la conferencia titulada Lixus: fenicios, púnicos, mauritanos. Fin del siglo IX a.C. – 40 d. C.
Presentaba a esta gran catedrática, el arqueólogo y profesor de Historia Antigua de la Universidad Abdelmalek Essaadi, Baraka Raissouni, gran profesional comprometido con la cultura. Su apuesta es clara: la revalorización e integración de la sociedad civil en el conocimiento de su patrimonio es fundamental para la preservación del mismo. Nos presentó orgulloso la publicación del primer volumen de la Carta arqueológica de Marruecos, y nos indicó la existencia de hasta doscientos yacimientos arqueológicos en la zona de Tetuán, ochenta de ellos de reciente aproximación científica, y la mayoría, con gran y prometedor potencial, aún por investigar.
Carmen Aranegui tomó la palabra para explicarnos las razones de los asentamientos en la costa atlántica, y sugerentes binomios referenciales de los mismos, siendo en el caso que nos ocupa, Lixus, el compañero de viaje de Baelo Claudia, en Cádiz. La dificultad de navegación en el Atlántico obligaba a tener diferentes instalaciones en esa costa, en contraposición con el ya conocido mar Mediterráneo, por el que los navegantes surcaban nuevos territorios con relativa facilidad. El descubrimiento del Atlántico revolucionó el mundo al fomentar el descubrimiento de nuevas tierras y dotando al Estrecho de numerosos mitos a los que acompañan extraordinarias leyendas. La conferenciante nos trajo la voz de Plinio y nos llevó al Jardín de las Hespérides, en Lixus.
Carmen Aranegui en la Biblioteca Vicente Aleixandre junto la colección Saguntum de la Universidad de Valencia. |
A lo largo del s. XX se descubrieron hallazgos arqueológicos que llevaron al esbozo del primer plano de la ciudad antigua. La realización de una foto aérea en 1920, de la mano de César Luís de Montalván, ostenta el privilegio de ser la primera tomada en todo Marruecos de un sitio arqueológico. Siguiendo las investigaciones de Montalván, Miquel Tarradell viene a Marruecos y realiza numerosos estudios constatando y corrigiendo datos del primero, al mismo tiempo que descubriendo otros puntos estratégicos. Y nos lega una importante monografía dedicada a Lixus en 1959, que supone un importante hito al crear una obra por entero dedicada a esta ciudad arqueológica. Sería el punto de partida de muchas investigaciones posteriores. Esta vez de la mano de una discípula: Carmen Aranegui y de otros tantísimo arqueólogos y expertos marroquíes, de entre los cuales la doctora Aranegui destacaba a Mokhtar El Hannach y Maimon Tetuaní, en su opinión, ejemplar gestor del Museo Arqueológico de Tetuán.
Lixus es la ciudad con mayor infraestructura del Golfo Empórico (Kolpos emporikos), y su riqueza procedía de la pesca y de la industria de conservación del atún. Las calles de Lixus eran a buen seguro transitadas por eminentes conocedores de la navegación y toda su industria astillera, expertos en los comportamientos de los túnidos, grandes arrastreros y gentes versadas en la conservación y manufactura de alimentos y productos del mar. Así, el yacimiento tiene una clara sectorización. En él podemos encontrar zonas bien diferenciadas: salazones, viviendas, monumentos, casas romanas, complejos dinásticos, foro romano, anfiteatro, murallas, tumbas…
Entre hechos históricos, citas y anécdotas, la profesora Carmen Aranegui nos contaba la metodología investigadora a través de la cual se han llevado a cabo todas estas averiguaciones, y cómo mediante la lectura estratigráfica y gracias al buen estado de conservación de Lixus, se pueden diferenciar los distintos periodos de la ciudad. Así, se demuestra que es uno de los mejores ejemplos de la presencia fenicia y cartaginesa en el sur del Mediterráneo y a las puertas del Atlántico, hasta las victorias romanas y la destrucción de Cartago. Queda probada la cohabitación de gentes de diferencias procedencias, la singular importancia de su puerto, y su crecimiento progresivo desde época mauritana.
En la época mauritana, (s. II a.C. – Años 40 d. C.), Lixus se muestra en todo su esplendor, además, encontramos elementos que reflejan un acercamiento a las prácticas culturales romanas: jardines sagrados, almacenes, templos, cisternas, pasos y conectores, y un magnífico criptopórtico, reflejo de la existencia de una importante estancia regia. Descubrimos igualmente en las casas mauritanas destacables elementos como el baño o la bodega, llenos de ánforas. Las fábricas de salazón que conocemos hoy en día comienzan en esa época mauritana, momento en que también irrumpe el acuñado de monedas que halladas después en ciudades españolas y marroquíes.
Y nos quedamos sedientos de más conocimientos, pero satisfechos de poder contar con los resultados escritos de las investigaciones, recogidos en la colección Saguntum de la Universidad de Valencia, la colección del Museo Arqueológico de Tetuán, y el maravilloso libro de Miquel Tarradell, Lixus, de 1959, entre otros del mismo autor. Todos estos detallados documentos están disponibles para todas aquellas personas interesadas en nuestra biblioteca. El nuevo libro de Carmen Aranegui: Lixus: del mito a la historia, editado por Bellaterra, les espera también próximamente en nuestros estantes.
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