El pasado lunes 15 de junio nos reuníamos al calor de las buenas letras en el salón de actos del
Instituto Cervantes de Tetuán. Celebrábamos nuestro
tercer y último club de lectura de este curso escolar junto a los amigos y amigas del
club de lectura de
la Biblioteca Pública de Ceuta. Habíamos leído
El último patriarca, y queríamos compartir las
reflexiones que nos había suscitado. Y además, nos acompañaba, gracias a las
nuevas tecnologías, la autora del libro, Najat el Hachmi.
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Najat El Hachmi por videoconferencia durante el club de lectura. |
Hizo un repaso por su trayectoria como escritora, que podría traducirse en
una variación progresiva de las prioridades. Desde un interés por demostrarse a
sí misma y a los demás, que era una escritora, hasta la escritura terapéutica
que permite curar heridas y expresar voces antes ignoradas o poco escuchadas, para
llegar a la posibilidad de la reconciliación.
Nos dio noticia de sus fuentes, origen del que ha bebido y bebe para
producir su literatura. En primer lugar, creyó que se debía a su propio
universo de lecturas. Más tarde, supo descubrir que a sus lecturas personales
le antecedía todo un universo literario anclado en la oralidad de las mujeres
más próximas durante su infancia y crecimiento. La escritora nos habló de la
gestación de sus novelas en términos casi viscerales. A modo de embarazo
intelectual los proyectos literarios le acompañan durante largo tiempo cobrando
forma y aliento, hasta materializarse textualmente en una suerte de parto en
que ganan autonomía.
Najat el Hachmi reflexionó breve pero rotundamente en torno al concepto de identidad, asegurando que nadie
tiene una única identidad, que nadie puede ser etiquetado bajo una de ellas sólamente, y que no podemos sucumbir ante identidades que nos frenen o limiten,
cuyos significados son difícilmente accesibles. Optimista, nos aseguraba que
las identidades deberían abrirnos posibilidades, pero nunca aplastarnos o
paralizar nuestros sueños. Respecto a la sexualidad de los personajes, a sus
carencias, a sus particulares formas de expresar los deseos propios o
satisfacer los deseos ajenos, y a la inmadurez afectiva, emocional y sexual, la
escritora relacionó la obra con otra de sus novelas,
La cazadora de cuerpos.
La autora coincidía con algunos participantes en que, la contextualización
de la novela sin ser azarosa no era condicionante. En definitiva, lo que queda
bien reflejado es el detalle exhaustivo de una historia de malos tratos contra
las mujeres. Hubo quien vio realismo extremo y fatalidad, pero también hubo
quienes vieron optimismo, que es posible enfrentarse y romper las cadenas, y nos
sentimos por un momento cerca de la utopía. El título nos llevaba
irremediablemente a soñar con la extinción de los patriarcas, que duelen y
sufren a su vez.
Najat el Hachmi respondió serena, atenta y cordial a las preguntas que le
fueron haciendo en torno a la técnica literaria, a su experiencia personal, y
al contenido de la novela. Y nos adelantó parte de su próximo trabajo, que
esperamos poder disfrutar en otoño junto a su presencia.
Teníamos la novela en las manos, gracias a
la Fundación Tres Culturas del Mediterráneo, y la autora nos miraba y nos hablaba, aunque estuviera lejos. Disfrutamos
de un buen té, de un montón de brillantes ideas y de exquisita compañía. No
podemos pedir mejores ingredientes para saborear adecuadamente la literatura.