El pasado jueves 31 de marzo, dentro de la Semana de la Arquitectura organizada por la Escuela Nacional de Arquitectura de Tetuán (ENAT), en colaboración con el Instituto Cervantes de Tetuán, tuvimos el gran privilegio de contar en el salón de actos con dos invitados de excepción en lo que a conocimiento y pasión por la ciudad de Tetuán se refiere: Bernardino Líndez Vilchez, técnico e historiador de arte; y Mohamed Benaboud, historiador y presidente de la Asociación Tetuán Asmir. En una amena charla a dúo nos presentaron el libro Tetuán, herencia viva, fruto de una historia de amor que les tiene totalmente enganchados a esta ciudad. Un proyecto de trabajo colaborativo donde además de técnicos y especialistas, los auténticos responsables de la publicación son los estudiantes que han participado y llevado a acabo la investigación del patrimonio arquitectónico de Tetuán.
De izqda. a dcha.: Mª Dolores López Enamorado, directora del IC de Tetuán, presentando a Mohamed Benaboud y Bernardino Líndez Vílchez en el Instituto Cervantes de Tetuán. |
La sala estaba repleta, y Bernardino, apasonado, nos habló de la riqueza patrimonial de Tetuán, y por tanto de los tetuaníes. Un patrimonio que nace precisamente de un enclave natural único, entre montañas y mares, que pemite desarrollar una ciudad clave en la orilla sur del Estrecho. Las imágenes de la ciudad de Tetuán seleccionadas por Bernardino para la presentación, derrochaban fuerza, seducción y color. Y así, de su mano, recorrimos las tres partes fundamentales de esta ciudad: la medina, el ensanche y el cementerio.
En el cementerio musulmán, acometieron profesores y estudiantes importantes reformas en los últimos años, dotándolo de accesos cómodos, ecológicos, y a bajo precio utilizando un empedrado en seco para la creación de senderos practicables en el área de reciente creación del cementerio, conformando un área viva y alegre en contraposición con los lúgubres cementerios cristianos.
El Ensanche, aún habiendo quedado fuera de la solicitud de Patrimonio Material de la Unesco en 2013, Bernardino lo eleva a la misma categoría que la medina de Tetuán, junto con el cementerio. El Ensanche de Tetuán muestra la celeridad y el eclecticismo propios del momento histórico en el que se fue construyendo, conformando hoy día un paisaje urbano de extraordinaria belleza con una arquitectura de una calidad extraordinaria.
Y qué decir de la medina, declarada Patrimoio de la Humanidad por la Unesco en 1997, una ciudad amurallada repleta de experiencias sensoriales, que despiertan la actividad comercial de su día a día, de libertad de niños y mayores viviendo y disfrutando la calle, de la naturalidad de las construcciones... una ciudad que se genera a partir de su arquitectura y viceversa. Se trata además de la medina mejor conservada del norte de Marruecos, hija de Granada por haber sido creada por granadinos, y donde el elemento andalusí está presente en todas las actividades cotidianas: la música, la vestimenta, la gastronomía, la arquitectura, y hasta el carácter de sus gentes.
Del agua de Eskundo, verdadera arma y alma de la medina, también nos hablaron, un manantial natural de la montaña que a través de su encuzamiento permitía el suministro de agua a todas las casas de la ciudad, y que hoy día está perdiéndose paulatinamente, corriendo el riesgo de la filtración de agua por las casas sin cauce ni control, ya que el manantial sigue activo. Sin el agua de Eskundo se corre el riesgo de que las casas se caigan y de que la medina se pierda. Nos desvelaba Bernardino que en el Albaicín han descubierto hace poco que también había una red de suministro muy parecida que hoy día está totalmente desaparecida.
Portada del libro: Tetuán, herencia viva.
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El libro nos ofrece un patrimonio arquitectónico visto con ojos de experto, un catálogo detallado de las casas de la medina, estudios sobre la medina, sus fuentes públicas y privadas, las actuaciones realizadas en el cementerio, las campañas de sensibilización acometidas... Un libro de preciosa edición, creado por estudiantes entusiastas que sobre todo, se han convertido en ciudadanos del mundo, y que han encontrado en esta ciudad una puerta a diferentes mundos que conocer y enriquecer su acervo experimental.
Y Bernardino se despidió anunciándonos otros proyectos futuros: el color en la medina, la luz y el agua como dos elementos arquitectónicos más, los trabajos de rehabilitación de la casa Salam El Hach.... Esperamos poder seguir disfrutando del patrimonio de la ciudad de su mano y de la de otros especialistas que nos hagan pasear y conocer cada día un poco mejor este maravilloo rincón mediterráneo que tantos secretos encierra.
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