martes, 14 de diciembre de 2021

Club de lectura: Piedras negras, de Eugenio Fuentes

El sábado nos reunimos con el escritor Eugenio Fuentes en el último club de lectura del programa «4 Lecturas 4 Continentes» de este año, dedicado a la novela negra. Inauguró la sesión Ana Vázquez, directora del Instituto Cervantes de Bruselas, presentando al maestro de ceremonias que nos ha acompañado a lo largo de este año, Ángel Hernando, moderador del club, que siempre acaba sorprendiendo a los escritores con sus preguntas e investigaciones. Y recordamos también, como no podía ser de otra manera, a la recién fallecida escritora Almudena Grandes, una gran pérdida como persona y para las letras españolas. 

Eugenio Fuentes comenzó desvelándonos que llegó a ser escritor, promovido básicamente por su afán por contar historias y su pasión por la lectura, que le acompañó desde bien pequeño gracias a la biblioteca del colegio de maristas donde estudiaba, y que le llevó a descubrir, a una edad quizás demasiado temprana, a Borges o Faulkner, entre otros. Con este bagaje, durante la veintena escribió varios cuentos que tuvieron gran aceptación, y así, casi jugando, y gracias al azar, decía humildemente el autor, llegó a Tusquets y a publicar con esta importante editorial la mayoría de sus novelas. Y a la novela negra, nos confesaba, llegó practicando la escritura de diálogo, prácticamente como un trabajo de estilo, pues ¿dónde hay más preguntas que en una novela negra? con la riqueza y variedad, además, de personajes y de registros claves para descifrar el misterio. 

Y sin embargo, y con tantos títulos a sus espaldas, no se siente encasillado en la novela negra, aunque no le importaría que así fuera, para él no hay diferencia entre una novela negra o una novela de amor, de hecho cree que algunos de sus títulos son más lo segundo que lo primero, tragedias familiares, dilemas éticos, ahí están las historias. En su opinión, hoy día un escritor de novela negra es capaz de escribir cualquier cosa. Con esta afirmación nos introdujo en los comienzos del género, un género que llegó tarde a la historia de la literatura, que nace con Edgar Allan Poe, y que se empieza a difundir en la segunda mitad del s. XIX, dejando aparte el componente literario para abrirse a los lectores, dejando las bibliotecas para incorporarse a los quioscos. En el s.XXI, una vez incorporado a esa historia de la literatura, el nivel literario aumenta considerablemente, y se diluyen los límites de la novela policíaca. Al preguntarle por la crítica social incluida en la novela negra, aseguraba no estar de acuerdo, de hecho, en su opinión el detective está más cerca del romanticismo que del realismo. 

Y de los tintes negros llegamos a Breda, a ese lugar inventado donde Eugenio Fuentes se siente libre, por el que entra y sale a su antojo, y en el que hace lo que quiere con sus personajes, un territorio geográfico en sus novelas, pero también moral. Precisamente de los personajes destacamos la humanidad que desprenden, y el autor confirmó que son lo que más le importan, más que la historia o la intriga, ya que para él, lo más importante es emocionar, y es a través de ellos, y de sus historias y circunstancias. que lo consigue. Si algo pusimos en común los lectores esa tarde, es el ritmo y adicción que suponen sus títulos, un artefacto mágico para olvidarse de todo lo demás, en palabras textuales de una lectora: "el libro no se me cerró". Nos encantó escuchar que Piedras negras es la continuación de su libro Si mañana muero, su sueño de escribir un libro de 1.000 páginas, "el libro que todo novelista quiere escribir", bromeaba, donde Marta Medina, era el personaje por excelencia y del que más orgulloso se siente. Desde el público también detectaron la evolución de los personajes en la novela, el mejor ejemplo, el hijo de su principal personaje, Alejandro Garcilaso.

Nos contó diferentes experiencias sobre historias y anécdotas que le llegan como escritor, y que agradece, aunque para él lo verdaderamente mágico es escuchar a alguien hablando de su oficio, de un tema que domina y comparte. Y así destacamos la variedad de temas retratados en su serie del detective Ricardo Cupido: mundo rural (esa especial ciudad de Breda), especulación urbana, reconstrucciones familiares, exilio, adicción al poder, o los bebés robados, que narraba en esta novela, y que no son solamente bebés robados, sino madres también robadas, favorecidos además por una legislación, vigente hasta 2011, en la que un bebé no era considerado persona hasta las 24 horas de su nacimiento. 

Lo que más nos sorprendió fue la confesión del autor de que escribía sin planificación, sin tener clara la estructura y los sucesos previamente, creando la novela a medida que iba escribiendo, a mano normalmente, absorto en la historia, igual que nosotros, los lectores, la vamos descubriendo. Muy interiorizado tiene que tener sus tramas e ideas viendo las relaciones implícitas en la novela, como por ejemplo la relación entre el tema principal y el trasfondo de la novela con la trágica y pintoresca muerte del personaje in media res, que destacaba una lectora: el rancio abolengo de los herederos de los crímenes iniciales. 

Lo que sí le ha preocupado mucho desde siempre es el estilo, que cuida con mimo e intensidad, tanto en su calidad de reportero como de narrador, y disfruta con la magia del lenguaje por las diferentes posibilidades y combinaciones que tiene, capaces de disparar la imaginación en el momento menos pensado. Diferentes lectores destacaron algunos guiños de la novela a Psicosis de Hitchcock, a La Regenta de Clarín, o al detective Plinio, de las novelas de García Pavón, que el autor confirmó asombrado. Y para terminar anunciamos su próximo libro, muy actual, en el que se mata y se muere por la pandemia, con un trasfondo de homenaje al personal sanitario, y que tendremos disponible ya el próximo año: Perros mirando al cielo.

miércoles, 24 de noviembre de 2021

Club de lectura: El lunes nos querrán, de Najat El Hachmi


El martes 23 de noviembre, en una lluviosa tarde de Tetuán, nos encontramos por videoconferencia con Najat El Hachmi para comentar, en el club de lectura de noviembre su obra, galardonada con el Premio Nadal 2021: El lunes nos querrán. La actividad la realizamos en en coordinación entre los Institutos Cervantes de Tánger y Tetuán, y en colaboración con la Fundación Tres Culturas del Mediterráneo, con la que tantos clubes de lectura y experiencias hemos compartido, difundiendo y acercando la literatura mediterránea a través de sus autores.

Javier Rioyo, director del Instituto Cervantes de Tánger presentó a la autora comparándola con Carmen Laforet, a quien homenajean esta semana desde esta ciudad, por ser dos escritoras galardonadas con el Nadal, a su juicio el premio literario español más importante, a nivel de crítica y de público, así como por los paisajes de la vida y obras de estas dos grandes mujeres: Barcelona y Marruecos. Desde Tetuán, el director del Instituto Cervantes, Francisco Oda, dio la bienvenida a la autora y entre ambos, le lanzaron las primeras preguntas relacionadas con fronteras y espacios transfronterizos que la lectura de sus libros sugiere, esa mezcla de culturas, de identidades y de lugares. 

Najat confesaba sentirse exiliada, y aseguraba que la actual situación de fronteras cerradas la recuerda a las historias que retrata en sus textos, cuando ser emigrante era una importante decisión, donde volver no era tan fácil, donde los viajes no eran tan habituales, y algunas veces pasaban años antes de poder regresar a visitar a la familia, y que, de algún modo, sirve para tomar conciencia de que el emigrante, en algunas situaciones, no vuelve nunca. Hablamos entonces de un cambio irreversible que tiene consecuencias a muy largo plazo, tanto para el que emprende el camino como para los que vienen detrás. Y en relación a los espacios transfronterizos, aseguraba sentirlos muy próximos, desde la segregación de sexos que pudo contemplar desde bien pequeña, hasta el descubrimiento de la frontera entre lo árabe y lo rifeño, para más tarde, sí, ser consciente de la diferencia que podía contemplar, por ejemplo, en las mujeres rifeñas a un lado y a otro de la frontera de Melilla.

La primera pregunta del público destacó los nombres que no aparecían en el libro, unas protagonistas que no desvelan su identidad, refugiadas, y a quien nadie las ve realmente como son, porque no hay interés en ello. Najat contaba como sus historias son fruto de la escucha, en su oficio como mediadora intercultural ha tenido acceso a cantidad de historias, tristes y duras, de la emigración o del Rif, de mujeres que no encontraban otro espacio para romper el silencio. Reveló que siempre ha estado muy atenta a esas injusticias sociales, y que ha sido la escritura la que, ante la frustración de la impotencia de no poder arreglar el mundo, permitía convertir esas historias en un relato que la ayudaba a esclarecer las ideas y ver más claro en qué consistían esas injusticias. El efecto sanador de la escritura. Ahora, además, y a raíz de este merecido premio que tantos lectores celebraron, resulta un altavoz para muchas personas que le agradecen sus escritos y la difusión de esas historias, en las que cualquiera nos podemos ver identificados en algún momento. 

Algún lector quiso ver en esta novela una continuación de la primera, El último patriarca, y destacó la presencia rifeña tan implícita en los textos. Otros preguntaron por las pautas que se marca antes de lanzarse a escribir, a la que Najat contestaba que para ella era muy importante escoger bien las palabras, depurar el lenguaje, no utilizar palabras demasiado rebuscadas, ofreciendo un ritmo de lectura ágil, debido quizás a esa oralidad de la que proviene y a la que está acostumbrada. También nos habló de esa mágica atmósfera que crea al enfrentarse al papel en blanco, donde todos los sentidos están presentes, por los que se deja llevar, y que además, consigue trasladar a los lectores. Ilustraba la situación con el primer relato que escribió dedicado a su abuelo, en el que todos pudimos oler la chilaba de lana que éste llevaba camino del consultorio, a lomos del burro familiar, en Yo tambe sóc catalana

Algunos profesores hablaron de establecer esta lectura como obligatoria para estudiantes del BAC o de secundaria, por esa etapa de tránsito de la adolescencia a la edad adulta que relata, combinando dos discursos que acaban dándose la mano y que tienen todo que ver: el feminismo y la obsesión por el cuerpo. Tanto en oriente como en occidente, cree que las mujeres no saben cómo expresar su insatisfacción, y el sexo y el deseo se convierten en un instrumento en contra, precisamente, de ellas mismas. Desde su punto de vista, aún queda un largo camino por recorrer porque para ser libres, primero, tenemos que saber bien lo que queremos. Esta situación la relataba en otro de sus libros, La cazadora de cuerpos

Frente a la pregunta de si la situación había mejorado de antes a ahora, de las historias que nos narra en este libro, no es optimista, opina que la negación del feminismo y del racismo condiciona todo el debate, y así, no se puede combatir. Frente al negacionismo de algunos y a la instrumentalización de otros, la situación no mejora, aunque sí hay más voces, esperanza, y propone romper silencios, protegerse y esperar el momento adecuado para hacerse escuchar, establecer estrategias, y aliarse con otras mujeres en el camino.

Desde esta orilla le agradecieron dar voz y representación a los silencios recogidos dentro de una educación discriminatoria con muchas mujeres, la agradecieron retratar en sus libros esas situaciones cotidianas que todo el mundo debería conocer, con las que deberíamos acabar, en esa soñada libertad, tantas veces frustrada, de esas generaciones, algunas veces, perdidas, Y frente a las críticas recibidas en ocasiones, ofrece un buen remedio: leer sus libros, no dejarse llevar por frases o entrevistas en momentos puntuales, proporciona sus textos para que, a partir de ahí, se pueda establecer un diálogo que sabemos, enriquece a todas las partes. Gracias Najat, y enhorabuena por este merecido premio. 


martes, 5 de octubre de 2021

Club de lectura: Black, black, black, de Marta Sanz.


En la tercera sesión del club de lectura 4 Lecturas 4 Continentes nos reunimos en torno a la novela Black, black, blackPam, pam, pam, o incluso Bla, bla, bla... todas ellas la misma, de la genuina escritora Marta Sanz. Una mujer tan franca como inquietante, y que maneja, de manera magistral, la palabra escrita y oral. El pasado sábado 2 de octubre lectores de Bruselas, Chicago, Estambul, y hasta de Belgrado en esta ocasión, pudimos comprobarlo.

La escritora nos empezó desvelando sus primeros pasos en la literatura gracias al empeño de su padre, que la animó, además de a licenciarse en Filología Hispánica, a formarse en enseñanza ELE y en talleres literarios que perfeccionaron su estilo y la lanzaron a la escritura literaria. También es doctora y especialista en la poesía española de la transición. Desde un punto de vista intelectual, así como desde la construcción de la sensibilidad, ambas formaciones suplementarias fueron fundamentales para encontrar a la gran escritora que descubrimos hoy. Sus padres están muy presentes en su obra (su madre especialmente en  Lección de anatomía y su padre en Parte de mí, escrito durante la pandemia)

Le preguntamos qué suponían para ella los premios literarios, y admitió que es muy gratificante que te reconozcan la labor, aunque también puede abrumar. En Clavícula, narra la ansiedad que le produjeron los premios (Ojo Crítico, Herralde...) en su trayectoria literaria, un mundo distorsionado que la colocó al borde del abismo. Nos adelantó que esta obra será llevada al teatro en formato musical. De igual manera, admitió que los galardones son más placenteros que dolorosos, y pudimos comprobar la sonrisa de oreja a oreja que se la pone cuando reconocen su trabajo.

Una lectora hizo alusión a la consideración que de ella hacen como escritora de lo feo, Marta corrigió, de lo desagradable. Aprendió hace mucho que escribir no era sólo escribir bonito, que también se puede, en efecto, escribir feo, que cada cosa encuentra su camino, y su espacio: "contar las cosas de manera adecuada es añadir un plus". Se manifiesta como una escritora autobiográfica, que habla de las mujeres, de su forma de relacionarse, entre ellas y con su cuerpo. Para Marta hay dos maneras de entender la literatura, algo que te agranda los ojos y te muestra lo que no siempre quieres ver, o algo que te tranquiliza y adormece. Ella escoge la primera, y desde siempre ha preferido plantear conflictos a través de la palabra literaria, ese es su compromiso. Al escribir pone su cuerpo y su alma. Frente al concepto de literatura anoréxica, perezosa, asequible y altamente comercial, ella opta por el "barroco radical", la literatura llena de grasa, un libro que según ella puede ejemplificar esta tesis es Farándula. Marta necesita ir a la contra para dar otras alternativas a lo que debe ser.

La novela y el cine negro, asegura, forman parte de ella. Se ha sentido desde siempre muy atraída por la reinterpretación que el género hacía del realismo, y toda esa dimensión ética y política, fascinada por la música, la fotografía, el ritmo o los personajes de los grandes clásicos, Chandler, Highsmith... Sin embargo, en el s. XXI, se dio cuenta de que el género negro se había convertido en algo altamente previsible, y que no colocaba en ningún conflicto al espectador. Por eso decidió escribir esta novela negra Black, black, black, aunque con tintes reivindicativos, críticos con el devenir del género. Por aclamación editorial, continuó la segunda (Un detective no se casa jamás) y la tercera novela de la saga del detective Arturo Zarco (Pequeñas mujeres rojas), cerrando un círculo perfecto de percepciones y formas de entender la vida, el romántico y soñador Arturo Zarco, y la realista, deductiva e inteligente Paula Quiñones, la que conecta a Zarco con una realidad que este no quiere ver. En la trilogía pone de manifiesto la violencia entre Paula y Zarco, la violencia en las relaciones sexuales tóxicas, de lucha, de dominio.

Otro punto en común de toda su obra que destacamos en el club fue su humor, un humor negro, irónico, inteligente, que dice formar parte de su ADN, y que lo utiliza desde un punto de vista narrativo como la única manera de meter el dedo hasta el fondo de la llaga y que, aparentemente, no duela. Y la primera que pasa por ahí es ella misma. Opta por no tomarse las cosas demasiado en serio, "hay que reírse". 

El público aclamó, en diferentes opiniones el recurso del diario de Luz en la novela, segundo black, que nos invita a reflexiones como hasta qué punto somos responsables de nuestras ficciones, o si las ficciones pueden manipular las acciones cotidianas. Existe un juego continuo en el libro sobre la capacidad que puede tener la literatura para transformar la realidad. La autora lo ejemplificaba con los modos de representación de la violencia, y hasta qué punto pueden denunciar o normalizar diferentes acciones. Para ella, en este libro está todo, toda la violencia estructural de nuestro día a día: las envidias, la violencia machista, el abuso sexual, el maltrato a los mayores... pero también está implícita la posibilidad de cambiar todo ello, de cuidarnos y de cambiar lo que nos rodea.

Esta escritora atípica y valiente, busca lectores intrépidos y activos. Afirma que la literatura es un contrapeso a esa nueva forma de asimilar la información, pide al lector compromiso con su vida y experiencia para descifrar lo que hay debajo de la red de palabras, y tomarse su tiempo para ello. Hay una crítica política profunda en sus libros respecto al mundo en el que vivimos. Un buen libro no depende del tiempo que te lleve su lectura, sino de cómo la misma puede cambiarte la vida.

martes, 13 de julio de 2021

Club de lectura: Una novela criminal, de Jorge Volpi

Jorge Volpi, intelectual mexicano, inquieto y polifacético, un escritor del Renacimiento o simplemente una persona dispersa, como decía el mismo autor en clave de humor, nos regaló la tarde del sábado, desde Salamanca, a las orillas del Tormes, una maravillosa segunda edición del club de lectura 4 Lecturas 4 Continentes, en torno a la literatura, dedicada concretamente a la lectura Una novela criminal, Premio Alfaguara 2018. Política y literatura, poder e intelectualidad, esta relación es el motor de escritura de este autor valiente, comprometido, que no deja en ningún caso indiferente y que relata la cruda realidad tal y como es, para que después, el lector, pueda sacar sus propias conclusiones. 

Nos contaba como el Derecho, la carrera escogida en su juventud, nunca le apasionó y que, sin embargo, se ha visto obligado a ponerlo en práctica y a utilizar los conocimientos adquiridos en diferentes circunstancias, por ejemplo la novela que nos ocupaba, Una novela criminal, para la que estuvo cinco años investigando y leyendo expedientes, en el afán de recomponer un puzle que, bien tamizado, pudiera entregar a los lectores. Una historia donde además de relatarnos la vida y sucesos de Vallarta y Cassez, se pusiera sobre la mesa la manipulación política, la vulnerabilidad de los ciudadanos antes los medios de comunicación, y un sistema de justicia fallido, en este caso, en México.

Una novela criminal fue la vuelta para este escritor a escribir sobre su país, México, después de la novela La guerra de las palabras, el movimiento zapatista del año 1994, y que para él es el suceso mexicano más importante de los últimos tiempo por el impacto que tuvo a nivel mundial, por esa relación que el subcomandante Marcos tenía con intelectuales de todas partes del mundo. Y volvió a escribir sobre México después también de reivindicar durante varios años que los escritores latinoamericanos pudieran escribir sobre temas más allá de sus fronteras. 

Volpi, junto con esos otros escritores del Movimiento Crack, que él denominaba este sábado un grupo de amigos, que comenzó mientras estudiaban el bachillerato con tres integrantes y después se conformó con otros dos más y hasta 1993 no tuvieron nombre, comenzaron como un grupo de lectura y escritura que cometían excentricidades tales como la escritura a cuatro manos. Algunos mencionaron a Roberto Bolaño, como posible integrante, aunque chileno, de este grupo literario. Precisamente este grupo buscaba legitimidad para escribir sobre otros temas que no fueran puramente mexicanos, romper con el boom latinoamericano, sin embargo, al volver a México después de largas temporadas fuera, Volpi regresó en plena guerra abierta contra el narcotráfico, y se encontró con cadáveres, violencia, corrupción… ¿Cómo no escribir sobre todo eso? Ahora sí, quería volver a escribir sobre México, sobre lo que estaba pasando, y el caso Vallarta-Cassez le permitía, además de contar la intrigante historia, denunciar el sistema de justicia fallido en su país, consecuencia de esa ola de violencia tan terrible. 

Nos contó las razones que le llevaron a escribir esta novela, la historia era muy buena, contenía ingredientes propios de la buena literatura: tintes policíacos, una potente historia de amor, o interesantes conflictos diplomáticos; la segunda razón fue que pensó que también podía llegar a la verdad del caso, y aunque al poco de comenzar entendió que nunca llegaría a ese punto, sí creyó en poder escribir una novela de denuncia, capaz de incomodar, esto le pareció ya lo suficientemente importante. El público le preguntó si pasó o estaba pasando miedo por este libro, a lo que respondió que si no miedo, sí precaución. Las personas que aparecen en el libro son personajes reales, que si bien, ahora, muchas están en prisión o fuera del poder, en ese momento no lo estaban. De igual manera, presentarlo al Premio Alfaguara era una apuesta, un blindaje, y ganar el premio en 2018 el golpe definitivo para sentirse respaldado, pues para él la literatura no es sólo entretenimiento, es mucho más, en este caso, una puerta abierta a una dura realidad, importante de conocer.

En México se resuelven solamente el 4% de los delitos que se denuncian, y se denuncian el 10% de los que se comenten, con lo que se resuelven en total el 0,04% de los delitos cometidos, la cifra es pasmosa, y terrible. Esta increíble realidad, junto al resto de denuncias que aparecen en Una novela criminal, dan a conocer al lector una realidad mexicana desgarradora, todos los participantes pusimos sobre la mesa que se trata de un libro duro, que requiere de un esfuerzo, que después se ve recompensado, pues se trata al mismo tiempo, de una lectura imprescindible para conocer una realidad de la mejor pluma. 

El autor defendió el género de esta novela sin ficción, que no es una novela periodística, al estar escrita desde un punto de vista literario. Ante la pregunta de otro lector acerca de la complejidad y la cantidad de personajes, también destacó que en una novela sin ficción los personajes exceden al control y a la capacidad inventiva del escritor, los personajes son los que son, y no se pueden obviar o manipular. Y otro ávido lector destacó la interesante parte del libro de la pelea de gallos entre Sarkozy y Calderón, presidentes de Francia y México respectivamente, y cómo la opinión del narrador se entreveía más en estos capítulos que en el resto de la obra. 

Nos terminó contando la expectante primicia de que además de la radio novela, destacada por algún lector durante la tertulia por su calidad, próximamente se estrenará en Netflix una serie de la novela, actualizada con los asuntos ocurridos desde la publicación del libro hasta hoy. También nos desveló que le encanta Marruecos, y especialmente la comida marroquí, que lo ha visitado muchas veces, pero que nunca ha estado en Tetuán, así que quizás próximamente podamos verlo por la medina, o escribiendo sobre esta orilla, seguiremos leyéndole igualmente, pues la realidad que nos ofrece en cada libro es tan desgarradora como auténtica.




jueves, 27 de mayo de 2021

Club de lectura: Insolación, de Emilia Pardo Bazán

Este año 2021, en el centenario de la muerte de Emilia Pardo Bazán, redescubrimos a la autora de la mano del gran dramaturgo Pedro Manuel Víllora, profesor, crítico, escritor, director de escena... y muchas más cosas, pero sobre todo gran apasionado del teatro, de los clásicos, y por encima de todo, de Emilia Pardo Bazán, esa gran mujer que descubrió gracias a Ana María Matute, y de la que ha leído tanto lo que dice como lo que dicen de ella, en diferentes biografías que se han publicado sobre esta escritora decimonónica, especialmente en los últimos años. Nos recomendó la última biografía de la autora, de Isabel Burdiel, o la de Eva Acosta. También nos dejó con ganas de descubrir una perspectiva diferente con «La biografía canalla», de Ana Martos. 

A Pedro le encanta trabajar sobre el patrimonio cultural español, investigar sobre la herencia cultural, social y política, que conforma la actualidad que hoy conocemos, y por eso gran parte de su trabajo son adaptaciones de grandes autores que acercan la literatura a ese maravilloso balcón que es el teatro. La tarde del pasado jueves 20 de mayo consiguió transmitirnos esa pasión por Emilia Pardo Bazán, una mujer valiente, adelantada a su época, que hablaba de sentimientos, de política, que reflexionaba en alto, y muy claramente además, y que también se documentaba minuciosamente para poder retratar la sociedad del s.XIX de forma impecable en sus novelas, cuentos y artículos periodísticos. Una mujer muy prolífica y apasionada, que a día de hoy es un placer leer, tanto por la sencillez y amenidad de sus textos, como por la vigencia de muchos de los temas que retrata y pone sobre la mesa. La semana anterior, pudimos disfrutar de diferentes homenajes a la autora, el día que se cumplía, exactamente, el centenario de su muerte, 13 de mayo: desde el Instituto Cervantes de Fez, La habitación propia de Doña Emilia Pardo Bazán, una conferencia de Rosa Amor del Olmo, que el año pasado nos acompañó para hablar de Benito Pérez Galdós en el club de lectura de «Aita Tettauen», y el homenaje de la RAE, que le otorgó, simbólicamente. el asiento número 47, negado en su día por el simple hecho de ser mujer. 

El club de lectura dedicado a Doña Emilia en Tetuán, contenía en esta ocasión un ingrediente nuevo, diferente, la posibilidad de visionar la adaptación teatral de la novela «Insolación», desde la Teatroteca del Centro de Documentación de las Artes Escénicas y de la Música, realizada precisamente por Pedro M. Víllora, y con un elenco de actores digno de mención: María Adánez, Chema León, Pepa Rus y José Manuel Poga. Nos contó cómo la obra no había sido un encargo, sino un empeño personal, para el que contó con un presupuesto ajustado, que supo aprovechar muy bien, jugando, entre otros aspectos, con una escenografía sencilla pero muy original, con vestuario, luces y colores, que nos hacían sentir ese poder del sol y la embriaguez de la naturaleza, ese naturalismo que envuelve la literatura de la autora.

Y así los días previos, y también los posteriores, pudimos disfrutar tanto de la obra literaria de Emilia Pardo Bazán como de la adaptación teatral. En esta adaptación, nos confesaba Pedro Víllora, se tomó licencias varias para poner en boca de la protagonista palabras que en la novela son reflexiones, para hacer conclusiones y orientar al espectador sobre la gran figura de esta escritora, así como de la parte biográfica que contiene esta obra: la historia de amor de Emilia Pardo Bazán con Lázaro Galdeano, el juego con su apellido en uno de los personajes de la historia, que aparece también en otra de sus grandes novelas: «La madre naturaleza». Un libro, compendio de artículos de la autora, fue el que más ayudó al dramaturgo en la adaptación, especialmente par ala creación del guion: «La mujer española y otros escritos».  

Los lectores destacaron la intensa historia de amor, la relación entre los personajes, alguno quiso vaticinar que la protagonista quizás podría sentirse un poco por encima del amado, otros vimos que las reflexiones de la escritora reflejaban muy bien sentimientos contrapuestos, lo que uno siente y lo que se puede permitir, la débil línea que separa la corrección y la pasión... También nos divertimos recordando conversaciones políticas del libro, entre la protagonista y su alter ego, conversaciones de perfecta actualidad, como parece que lo estaban hace ciento cuarenta años. Es en la vigencia de los escritores donde se demuestra su valía e interés, No hay duda entonces de la valía y el interés de Emilia Pardo Bazán.  

Si aúno no os ha entrado el gusanillo de descubrir a esta gran escritora, sólo nos queda recomendaros la entrevista realizada ayer 26 de mayo, en el programa de radio Punto de enlace de RNE, donde podréis escuchar de nuevo a Pedro Manuel Víllora, que seguro os transmitirá esa pasión suya por Emilia Pardo Bazán. Y para seguir disfrutando de ella, os invitamos también a reuniros con lectores de todo el mundo en el próximo club virtual de lectura del Instituto Cervantes, en junio, dedicado a la obra «La madre naturaleza»

martes, 20 de abril de 2021

Club de lectura: Don de lenguas, de Rosa Ribas


Inauguramos club de lectura a cuatro bandas de título sugerente: 4 Lecturas 4 Continentes. Este club, además de estar acompañado por un blog que comenta la lectura y fomenta el debate asíncrono entre lectores, tiene la característica de permitir el debate e intercambio de impresiones con lectores de diferentes partes del mundo en torno a la misma obra, ¿habremos leído todos el mismo libro? Rosa Ribas dice que siempre es un libro diferente, y pudimos descubrir que las reflexiones de los lectores no atienden tanto a fronteras políticas como al bagaje lector de cada uno de nosotros. 

Este sábado inauguramos este proyecto con el libro Don de lenguas, de la escritora Rosa Ribas, con la que nos reunimos por videoconferencia cincuenta apasionados lectores de las bibliotecas de Estambul, Chicago, Tetuán y Bruselas, y pudimos comentar la lectura en este orden. Nos quedamos con dos frases y mensajes de la autora en este club de lectura, que resumen y definen la obra que teníamos entre manos: "La literatura te puede salvar la vida" y "los filólogos no somos aburridos, y los bibliotecarios tampoco". El contexto lingüístico, presente en toda la trilogía, era la premisa para la creación de esta interesante y original obra, y de los otros dos títulos que le siguen: El gran frío y Azul marino, que conforman la Trilogía de los años oscuros, publicado también en un solo volumen. 

Rosa nos contaba esa tarde de sábado cómo se mete de lleno en su proceso creativo, la escritura, como antes lo hacía como profesora de español, al cien por cien, definiéndose como una persona que se entrega a todo lo que hace y no deja nada a medias tintas. Hablamos de su trayectoria profesional, de Barcelona y su periferia, de los ambientes que retrata, o de cómo se ilusiona con sus personajes, a los que cuida y admira y de los que nunca se cansa, pues si así fuera asegura no podría continuar escribiendo sobre ellos, por eso en sus sagas no supera nunca los tres o cuatro libros. Confesó también que jamás podría deshacerse de ellos, por ejemplo matándolos. Y tras la pregunta de algún lector, confesó que con la que más se identifica de todas sus investigadoras es con Irene Ricart, de La detective miope. Nos desveló también que no puede estar escribiendo dos novelas al mismo tiempo porque se vuelca en la historia y los personajes por completo.

Desde Estambul nos descubrieron algunos anacronismos del libro que dieron cancha libre a la autora para dictaminar cómo algunos lapsus o imaginativas referencias eran tan absolutamente necesarias como propias del autor que las crea, que hasta los fallos o errores dentro de los libros de un autor dotan a esa novela de un carácter y autoría muy propio, único, y en definitiva nada aburrido. También desde Estambul destacaron la curiosidad por la escritura a cuatro manos de esta trilogía, Don de lenguas, de Rosa Ribas y Sabine Hofmann, y la escritora nos habló de ese proceso de escritura donde cada una tenía una constelación de personajes, y cómo desde esa perspectiva de los diferentes personajes, decidían quién contaba la historia en el siguiente capítulo, un proceso sin duda interesante y nada fácil, organizar era lo más sencillo en la escritura a cuatro manos, decidir cómo contarlo, es decir, la escritura en sí misma, no tanto. 

Precisamente, una lectora de Chicago destacó un personaje de la novela al que calificó como uno de los grandes de la novela: el policía Isidro Castro, un ser despreciable que se transforma al entrar a su casa, y que va creciendo a medida que le vamos conociendo, con una parte muy oscura y otra, sin embargo, también luminosa.

Al hilo de la importancia de la contextualización histórica de sus tramas, Rosa nos desveló el placer de documentarse para recrear una época, en este caso una Barcelona gris, de posguerra, que nada tiene que ver con la Alemania de posguerra, país que conoce bien. Donde sí eran igual de tenebrosos ambos paisajes era en los ambientes rurales, pues si hablamos de una Barcelona gris en la década de los cincuenta, en los pueblos podemos hablar de la España negra. En este ambiente sucede el segundo título de la trilogía, El gran frío, ambientado en uno de los inviernos más fríos que se recuerdan, el de 1956, en una España rural, pobre, deprimida y llena de miedos... una de sus obras más cinematográficas, respondió Rosa a una pregunta de Bruselas, aunque muy oscura. En Bruselas destacaron también cómo cada libro de esta autora te produce sensaciones tan diferentes.

En Chicago estaban fascinados por ese contexto histórico retratado en Don de lenguas, por el que viajaron al pasado durante muchas páginas. También compararon a Rosa Ribas con Carmen Mola, como escritora actual y relevante del género negro, y preguntaron a la autora por sus referentes literarios. Entre otros, Rosa Ribas destacó su predilección por la escritora francesa Fred Vargas, de la que le fascina dice, todo lo que escribe. También destacó a Raymond Chandler y la lectura sin prisas. Asegura que todo lo que leemos nos da modelos de vida, ideas... que van llenando la mochila de cada uno de nosotros, junto a otras referencias culturales como la familia. Y es que si en la trilogía que nos ocupa las referencias lingüísticas y literarias son dos protagonistas más, en su última saga, que se encuentra actualmente promocionando, ese protagonista es la familia: Los buenos hijos, continuación Un asunto demasiado familiar.  

Desde Tetuán, ya apurados al encontrarnos completamente fuera de tiempo, precisamente un filólogo apuntó la frase de Rosa Ribas con otra suya: "los filólogos somos necesarios, parece que no pero sí", otra lectora apuntó que se había leído la obra en un sólo día, completamente absorbida por la trama y la forma, y ambos destacaron igualmente el contexto histórico, felizmente olvidado, y la naturalidad, frescura, humor y originalidad de la escritura de la obra. Rosa Ribas puntualizó entonces la importancia de la lengua también en la evocación, sin necesidad de contar todo lo que escribe, dejando al lector averiguar y descubrir por sí mismo, y es que quizás ahí radica la magia de sus libros, ese factor sorpresa que produce experiencias tan placenteras. 

Os recomendamos seguir leyéndola, por este placer tan sugerente primero, y porque esta autora consigue trasladarnos a otras épocas, nos descubre personajes que por malos que parezcan siempre tienen también otra cara, donde algunos ven tristeza y otros mucho optimismo, ¿y tú de quién eres?