miércoles, 13 de marzo de 2024

Club de lectura con Julio Llamazares, la lluvia y el paso del tiempo

«La memoria histórica de un país es su literatura».
Julio Llamazares, sábado de 9 de noviembre, en el club de lectura de su obra La lluvia amarilla.

El pasado sábado nos encontrábamos más de cincuenta lectores para disfrutar una tarde de lluvia, en Tetuán, y de literatura en cuatro continentes, de la mano del gran escritor Julio Llamazares, conducido por nuestro experto en literatura Ángel Hernando. Comentamos una obra de referencia en la literatura española, La lluvia amarilla, en el primer título del club «4 Lecturas 4 Continentes» de este año 2024, con el que comenzamos nuestro ciclo de Literatura y naturaleza.

Julio Llamazares comenzó contándonos sus pasos como lector en una casa de un pueblo en el que apenas había libros, su afición por los libros nada tiene que ver con un ambiente letrado, sino con una inquietud. Los pocos libros que leía los recuerda del colegio de curas al que fue en Madrid, años más tarde, en el que escogía la biblioteca y la lectura a las clases de educación física. Alguno de los títulos que más le influyeron por entonces fue Campos de Castilla, de Antonio Machado. Nos confesaba aquella tarde, con una lucidez y desenvoltura envidiable, que para él ser escritor era una forma de estar en el mundo, de relacionarse con él. Desde siempre ha huido de las clases de literatura, quizás por eso escogió estudiar Derecho, lo contrario a la imaginación, algo que el autor piensa que quien lo tiene lo mantiene y que, sin embargo, las leyes ayudan a estructurar los conceptos, la mente. 

Julio Llamazares durante el encuentro por videoconferencia el sábado 9 de marzo.

Para Julio lo que diferencia la literatura de la escritura es la poesía, la música de las palabras, si en un libro no hay esa magia, para él, no es literatura. Comparaba desde esos primeros momentos del encuentro la buena literatura con los ríos que van puliendo y erosionando las piedras, como el pulido de las palabras consiguen la magia de la poesía, de la literatura, y las imágenes en el lector. La segunda comparación con la naturaleza nos la hizo con su primera novela, Tierra de lobos, basada en historias que había escuchado en su pueblo leonés a lo largo de su infancia, historias que cada uno contaba de una manera, y que, como cuando metes la mano en una cesta de cerezas, vas sacando, puliendo e inventando posibilidades para la historia que al final el escritor escoge y decide crear. Esta novela fue llevada al cine en 1987, y del lenguaje cinematográfico el autor nos comentó que cree que es diferente al de la literatura, siendo el director de la película el que pone los adjetivos en esa faceta. Todo lo que ha hecho en el cine, los guiones o adaptaciones de sus libros, no han sido nunca junto a los directores.

De su faceta como autor de libros de viajes el autor destacó que lo que le gusta de escribir este tipo de libros es que le permite viajar tres veces, la del descubrimiento, la del recuerdo y por último, plasmar aquello en un texto para otros lectores. Destacamos algunos libros, como El río del olvido, un libro que ha supuesto grandes rutas para senderistas lectores; Trás-os-montes (Un viaje portugués), un gran fado, por la pasión que siempre ha sentido por Portugal, o Rosas de piedra y Rosas del sur, que surge de la fascinación que le produce entrar en una catedral y en su inmensidad. Todos los grandes libros fundacionales de la literatura han sido de viajes, como La Biblia, La Odisea o Los viajes de Marco Polo, decía. Para Julio Llamazares, que ha escrito poesía, novela, guiones cinematográficos y libros de viaje, los géneros literarios son como los aperos de labranza, cada uno sirve para un objetivo diferente. Su último libro, Vagalume (vagar por las llamas) es su gran novela de reflexión sobre su oficio de escribir o más bien su necesidad de escribir, y los vasos comunicantes entre escritura y realidad.

El primer lector que levantó la mano destacó los fantasmas del protagonista, a lo que Julio contestaba hablándonos de los monstruos que produce la soledad, y también de los fantasmas diarios a los que nos enfrentamos en nuestra vida cotidiana, con los que hablamos continuamente, los fantasmas forman parte de la vida, ¡continuamente encontramos gente hablando sola por la calle! Otra lectora destacó la fuerte carga emocional de la novela, y que la única forma de llevar al cine la novela sería de la mano del director Víctor Erice, una idea con lo que Julio Llamazares estuvo muy de acuerdo. Al teatro sí se ha llevado esta novela, en diferentes ocasiones, y actualmente está de gira por España. También se hizo una adaptación al ballet. Recientemente se ha publicado una edición no venal de la versión ilustrada de Antonio Santos. Al cine, en efecto, no se ha llevado todavía, y el autor prefiere que no se lleve, temiendo que no se haga justicia a esas imágenes y sentimientos que produce la novela en el lector. 

Lectores pidiendo turno para participar en el club de lectura con Julio Llamazares.

El tercer lector le preguntó directamente si él era el protagonista, y Julio no tardó un segundo en decir que sí, que él mismo estaba en todos los personajes, aunque los autores tienden a pronunciarse más en los protagonistas, y por eso, nos decía, a veces el autor protagonista es el menos creíble de todos. En respuesta a otra pregunta, y al hilo de este tema, nos confesó que empezó escribiendo la novela con una mujer como protagonista, acorde a una historia real de un pueblo abandonado de Guadalajara, donde se encontró a una señora que vivía sola desde hacía varios años en la situación que se cuenta en la novela, pero al llegar a las cincuenta páginas, cambió al personaje masculino por la dificultad de meterse en la piel de uno femenino para tratar temas vitales tan profundos. Del protagonista, Andrés, seguimos hablando después, de su representación del duelo y el desarraigo, y de la falta de empatía que produce, donde Julio nos explicaba la importancia de la tradición en la novela, del hereu (el heredero), y la pertenencia a la casa y a la herencia, costumbres heredadas de la Corona de Aragón, la responsabilidad de los hijos con sus orígenes y con la familia, costumbres que a día de hoy se mantienen en algunos sitios, aunque sea en el imaginario rural. Nos habló también de la certeza de la juventud frente a las dudas de la gente mayor, y que quizás eso pudiera explicar también el comportamiento de este señor, que vive en un mundo en el que nada es sólido. 

Y es que el argumento es lúgubre, triste, duro, y sin embargo el estilo es lírico, una epopeya a la España vacía, comentaba otro lector, que descubrió la escasez de adjetivos al principio de la novela, que van creciendo a lo largo del texto, al tiempo que los participios disminuyen. Julio, asombrado, reconoció que siempre habían sido los lectores y críticos los que mejor habían conocido su obra. Él escribe desde la emoción, la que le produce entrar en un pueblo abandonado. Entre el público siguieron indagando, ¿cómo escribe esta novela y toda esa emoción con apenas treinta años? Contestó diciendo que los temas son siempre los mismos, y el argumento de la vida también, la búsqueda de la felicidad. Y los libros son espejos, deformados, en los que nos reflejamos, si te interpela, es que lo llevas dentro. Y por eso, el final, nos decía Julio, el final de esta novela también es abierto.

Otros lectores destacaron el tiempo en la obra, las imágenes, las metáforas, los colores.... a lo que el autor contestó con el propósito real de la novela, contar aquello que dicen que pasa por tu mente un segundo justo antes de la muerte, toda tu vida. La novela empieza en futuro y acaba en pasado, y el tiempo, en la vida y en la literatura, ya sabemos que es fundamental. La lluvia amarilla nos habla de hojas de otoño, del paso del tiempo, de la locura, elementos que todos llevamos dentro, y en último término de la muerte, pues ¿qué es la muerte sin la vida? Aquella tarde reímos y disfrutamos mucho con Julio Llamazares, de su prosa lírica escrita y también hablada, de sus recuerdos, y de su sinceridad y apertura a un nutrido grupo de lectores, apasionados y felices de compartir con él grandes obras literarias que han marcado la historia de la literatura española del s. XX, como la que nos ocupaba.

miércoles, 28 de febrero de 2024

La ruta de las espías del Estrecho, en Tetuán

El pasado jueves 22 de febrero, la escritora Mariángeles Chozas nos ofrecía todo su conocimiento sobre el espionaje femenino de la primera mitad del s. XX en un paseo urbano que para ella supone una práctica habitual que lleva varios años realizando, aunque en esta ocasión, por primera vez, lo hacía al otro lado del Estrecho, al otro lado de esa calle de agua, como ella lo llama, en nuestra ciudad de Tetuán, y rodeada de un público numeroso y entusiasmado por realizar esta ruta que dio a conocer lugares, personajes y épocas históricas que destacan la importancia del estrecho de Gibraltar a lo largo de la historia, y de esa historia común que compartimos ambas orillas. Desde Algeciras, un grupo que sigue fiel las rutas de esta escritora, la siguió también hasta Tetuán. 

Comienzo de la ruta en el salón de actos del Instituto Cervantes de Tetuán.

Comenzamos la ruta en el Instituto Cervantes de Tetuán, casa de Sira Quiroga en la serie de televisión del libro El tiempo entre costuras, importante espía ficticia, aunque más conocida que otras espías reales, que nos estaban esperando para conocerlas esa tarde. En este espacio Mariángeles nos contó dónde comenzó su pasión por el mundo de las espías, con Rosalinda Fox, su preferida, la inglesa de Guadarranque, de la que lleva años oyendo historias, y con las que ha creado la biografía novelada Las doncellas de la espía. ¡Con ella empezamos!

Y para hablar de ella nos fuimos a nuestro primer destino, al actual Palacio Real, donde estaba la Alta Comisaría de Tetuán, para hablar de Rosalinda Fox, pareja del alto comisario Beigbeder. Rosalinda nació en 1914 en una preciosa casa colonial en Calcuta, la joya de la corona de la colonia británica. Con apenas quince años, Peter Fox se enamora locamente de ella, se casan y tienen un hijo. Para amamantar a ese hijo, además de una nodriza, compran una vaca, con la que parece que Rosalinda contrae una enfermedad para la que la auguran pocos años de vida, meses, y que sin embargo no resulta así, ya que acabó muriendo con más de 90 años. Después de pasar por un balneario en Suiza, se establece en Estoril (Portugal), donde conoce a la mujer del general Sanjurjo, militar en el exilio. Es por este, y en una visita que les hace en Berlín, que conoce a Juan Luis Beigbeder, que se enamora perdidamente de ella, y con el que se instala después en Tetuán, en un chalecito en La Cornisa. A Beigbeder, gran diplomático que ganó dos guerras a base de negociaciones, y sin disparar un solo tiro, lo mandan como alto comisario a Tetuán para  reclutar tropas para el golpe de estado que se estaba gestando. Ambos se aprovechan el uno del otro para obtener información, Rosalinda intenta que España no entre en la IIGM, de la mano del Eje, para lo que repite a Beigbdeder que recuerde que Inglaterra jamás había perdido una guerra, y este a su vez la envía a buscar información por las carreteras de Marruecos en el famoso Austin rojo, aventura en la que descubrió que los franceses tenían tropas preparadas en la frontera para atacar en caso de que España se aliara con Alemania. En medio de todo esto, la operación Fénix, en la que Alemania le prometió a Franco el peñón de Gibraltar si se metía en la guerra con ellos. Churchill dijo de ella que cambió el rumbo de la segunda guerra mundial.

Primera parada de la ruta con el Cine Español al fondo. 

Al acabar la guerra española, a Beigbeder lo envían a Madrid, descubre que la Gestapo está detrás de Rosalinda, y la hace salir de España cruzando la frontera por las dehesas de Badajoz, para instalarse en Portugal. A Beigbeder lo destierran a Ronda, después de sustituirlo por Serrano Suñer, y Rosalinda aparece en Guadarranque, una aldea de pescadores de San Roque, con Gibraltar a su izquierda y Marruecos enfrente. Dicen que la idea de instalarse allí fue de Beigbeder, para poder ver Marruecos desde allí, pero Mariángeles opina que no es cierto, ya que Rosalinda fue allí con su amante de turno, y a Beigbeder le fue a visitar, más por pena que por otra cosa, en contadas ocasiones.

Rosalinda quiso montar en esa pequeña aldea un complejo de lujo, con campos de golf, polo y canódromo, compró terrenos en ese entorno paradisíaco y creó una sociedad para poner en marcha su particular costa dorada, y construyó un hotel que hoy día sigue en pie, aunque convertido en una ruina. Sin embargo, Franco, o más bien su mujer, Carmen Polo, no tenía a Rosalinda entre sus amistades preferidas, y el regalo que Franco quiso a hacer a Gibraltar, la refinería de Gibraltar, decidió instalarla justamente en los terrenos adquiridos por Rosalinda para su proyecto. Ahí comienza su declive, sus socios dejan de querer serlo, se le muere su hijo, perdió todo su dinero, y acaba asistida por los servicios sociales de San Roque. Con 96 años y la cabeza un poco perdida, contaba su vida en el hospital, a la que nadie daba crédito, hasta que apareció la novela de María Dueñas y en aquella pedanía pusieron en valor las historias de la inglesa de Guadarranque, con la que habían compartido paseos, peluquería e incluso asistentas. 

Los visitantes en el actual Palacio Real de Tetuán, donde estaba la Alta Comisaría en los años 30.

Llegamos al Casino Español de Tetuán, situado en la céntrica Calle Mohamed V, antigua Calle del Generalísimo, donde Mariángeles nos contó la interesante historia de Elfrida Churchill, amiga de Rosalinda Fox, con la que acostumbraba a pasar las fiestas de fin de año en la Venta Miraflores, de San Roque, punto neurálgico y nido de espías en la época.

Hija de una gibraltareña de origen italiano, y de un Churchill, ingeniero inglés que llegó a Algeciras para hacer el trazado del ferrocarril, y primo por línea bastarda del primer ministro inglés, Winston Churchill, ella era conocida como Lady Churchill. Se movía en las fiestas de alto copete que sucedían desde Algeciras a Gibraltar, pasando por Tánger y Tetuán, allá donde hubiera importantes dirigentes, militares o gente de influencia de la alta sociedad, por eso en Tetuán escogimos el casino español, como lugar en el que seguro pasó mucho tiempo esta mujer arrolladora, bailarina, guapa, inteligente, educada y muy elegante. Tenía tantas cualidades que los servicios de espionaje británicos pasaron por alto sus orígenes italianos, enemigos en guerra, al contratarla para controlar el movimiento de tropas desde El Estrecho. Elfrida llegó a tener hasta seis nombres diferentes, y parece que fue ella en la que se basó Ian Fleming para diseñar a la primera chica Bond. 

Se dice de su casa en Algeciras, Villa Aida, cuyo nombre en clave era el nido, que era el punto cero de reunión del espionaje británico en España, y desde donde se llevaban a cabo las operaciones contra italianos: interrogatorios, torturas... la casa ya no existe, pero sí el árbol que se plantó allí, y no de forma inocente, un ciprés de los pantanos, pues Mariángeles aprovechó para contarnos la misión de los árboles durante la guerra, indicando un lugar o una posición. Actualmente, este ciprés se encuentra al lado de la oficina de correos de Algeciras, está precioso y siempre frondoso.

Ruta de las espías del Estrecho en Tetuán.

De los casinos, y pasando por La Cornisa de Tetuán, nos vamos a las estaciones de tren, por donde aparecen nuestras dos últimas espías. La primera en el barrio de ingenieros (llamado popularmente geniores), donde estaba la estación de tren que venía de Martil, y que se proyectó para cubrir Chauen y el Rif. Allí descubrimos a Margarita Ruíz de Lihory, más conocida como la Mata Hari española, a la que enviaron como corresponsal de prensa a cubrir la Guerra del Rif, donde conoció a Abdelkrim El Khattabi, uno de sus grandes amores. Acusada de ser espía doble, medió en la liberación de prisioneros españoles capturados precisamente por abdelkrim. Salvó a Franco de la muerte hasta en dos ocasiones, de una emboscada en el Rif y de una herida en un brazo, gracias a sus conocimiento de enfermería, y dicen que era la única que se atrevía a llamar de tú al caudillo en público. 

Terminó la carrera de Derecho en dos años, en vez de en cinco, y prefirió los temas de ocultismo de la gran biblioteca de su padre a las creencias religiosas de su madre. Tuvo cuatro hijos muy joven, pero muy pronto descubrió también que había venido a este mundo para algo más que para ser madre y esposa. Con un marido infiel, cuando murió su padre, decidió abandonar la casa familiar y emprendió un viaje por Francia y Europa donde tomó contacto con otras religiones que cambiaron su concepto de la vida y la muerte. Fue también una gran activista a favor de los derechos de las mujeres.  

Se le han atribuido romances con Miguel Primo de Rivera, Manuel Aznar, el cardenal Benlloch y Henry Ford. De Marruecos se fue a América, donde dilapidó su fortuna, y llegó a España poco antes del golpe de estado. Se instaló en Madrid con sus hijos, y al morir la pequeña, Margot, de leucemia con 16 años, uno de los hijos acusó a la madre de haberle cortado la mano, sacado la lengua, los ojos y el vello púbico. Aunque silenciaron el caso desde el Palacio del Pardo, el informe del forense certificó que al cadáver le faltaba todo lo anterior, y también descubrieron en casa de Margarita cabezas de animales muertos. Se habló de tráfico de joyas y drogas, de utilizar a los animales para el transporte de todo tipo de sustancias, y también se sospechó de magia negra, de sectas y rituales, y un sinfín de especulaciones. Los que algunos no saben es que es de esta mujer de donde viene la coplilla popular: En la calle Princesa vive una marquesa / con su hija Margot, a quien la mano cortó / Moraleja, moraleja, esconde la mano que viene la vieja. 

Reflejo del grupo en la cristalera del Centro de Arte Moderno de Tetuán,
última parada, antigua estación de tren Tetuán  - Ceuta.

Y llegamos a nuestro último punto, el Centro de Arte Moderno de Tetuán, la antigua estación de tren Tetuán - Ceuta, por donde algún día llegó a esta ciudad Larissa Swirsky, la rusa, a la que le gustaba llamarse la reina de corazones. Nacida en Odessa, es de las pocas supervivientes de la familia Romanov que escapó con vida de la revolución bolchevique. De toda la riqueza de la familia, tan sólo pudo salvar un anillo con un gran diamante, de un brillo extraordinario, hasta el punto que allá donde iba se la reconocía por esta joya. 

En su viaje por Europa, conoce en Cannes a un militar español con el que se casa y se instala en Sevilla. Tiempo después, lo envían a Ceuta, donde Larissa conoce a Anita Colombo, posible nombre ficticio, puesto que es una mujer de la que no se sabe nada, pero es la que propone a Larissa trabajar para los servicios secretos alemanes y la trae a Tánger y a Tetuán, desde donde iba y venía a Ceuta. Aquí la preparan la adoctrinan, y sobre todo la convencen, entre otras cosas, prometiéndola vengar los daños que le hicieron a su familia, y recuperar la riqueza familiar. Al marido le vuelven a trasladar, esta vez al Campo de Gibraltar, y alquilan una casa a pie de playa en Puente Mayorga. La misión de Larissa era de informar de dónde estaban situados los barcos ingleses, así iba y venía a Gibraltar con el pretexto de hacer compras, y siempre con su hija, un buen salvoconducto para no levantar sospechas.

Cuando su hermana la visita en una ocasión para pasar una temporada con ella y le comenta los saqueos de los nazis en Europa y los campos de concentración y exterminio, cuenta su hija que Larissa empieza a llorar desconsoladamente y se propone actuar como agente doble para expiar todo el daño que había hecho sin saberlo. Nunca la descubrieron, pero los alemanes sí sospecharon, y en una ocasión la propusieron subirse a una trasatlántico para desarrollar una misión en Argentina, la inteligencia aliada se enteró de que lo que pretendían era deshacerse de ella en alta mar y la alertaron con tiempo, ella se excusó de la misión aludiendo a motivos personales. Tanto Larissa como Rosalinda intentaron evitar la Operación Félix y que Hitler no se hiciera con las llaves del Estrecho.

Una cosa nos quedó clara esa tarde, todas las espías compartían belleza, riqueza y conocimiento, y todas acabaron también en la mendicidad o terminando sus días en condiciones deplorables, contando su vida cuando ya se les había ido la cabeza. Mariángeles ha ido conociendo a estas espías, en los libros o en fuentes de primera mano, como hijas, amigos o cuidadores de estas mujeres. Su ímpetu e interés le ha llevado a celebrar interesantes rutas dedicadas a sus vidas, tan desconocidas y trepidantes, a ambos lados del Estrecho. ¡Nos encantó la ruta y la presencia y generosidad de Mariángeles!

martes, 13 de febrero de 2024

María Dueñas y Charifa Dahrouch presentan «Sira» en árabe

La tarde del 8 de febrero recibíamos la presentación de la traducción al árabe de «Sira», la tan esperada segunda parte de El tiempo entre costuras, en el Instituto Cervantes de Tetuán, de la mano de su creadora, María Dueñas, y su traductora, Charifa Dahrouch. El vídeo completo de la actividad se puede disfrutar en nuestro canal de Youtube.

María Dueñas comenzó la conferencia asegurando sentirse en casa porque el primer lugar por el que pasó su abuelo al instalarse en Tetuán fue precisamente este edificio. El actual Instituto Cervantes era en la época el edificio de correos y telégrafos, uno de los primeros en construirse en el Ensanche, y cada vez que entra por nuestra puerta imagina a su abuelo entrando por la misma puerta hace casi cien años. Aquí nació su madre, y la nostalgia sobre la ciudad de Tetuán les ha acompañado siempre a toda la familia, por eso siempre que puede se escapa a esta ciudad, y nunca faltan familiares y amigos que la acompañan. 

María Dueñas ha rescatado con este gran ventas la memoria emocional que se va perdiendo, memoria humana. Volver la mirada a los años en la que los españoles convivieron con los marroquíes en la ciudad de Tetuán. Y así fue descubriendo. y mostrándonos a los lectores unos personajes fascinantes como Beigbeder o Rosalinda Fox que, a día de hoy, muchos conocemos gracias a esta novela. 

Presentación del libro Sira en el Instituto Cervantes de Tetuán.
De izqda. a drcha.: María Dueñas, Francisco Oda-Ángel y Charifa Dahrouch

Charifa Dahrouch, traductora al árabe de las novelas de María Dueñas, confesó no saber dónde se metía al decidirse a traducir la primera novela de la autora, no sabía la repercusión que iba a tener este libro que ha recorrido el mundo, y que se ha consagrado como una de las novelas más leídas de los últimos años, atrapando a lectores de todas las orillas. Lo que más la fascinó de la obra de María Dueñas fue la precisión al hablar de lugares, épocas, o personajes que ninguna han conocido, pero que a ella la hizo viajar en el tiempo para pasear por esos lugares y tiempos remotos. Seguir con Sira era un reto que quiso realizar por amor a la ciudad y a esa historia compartida. Y acabó confesándonos que la primera parte, El tiempo entre costuras, lo tradujo a mano, con papel y boli, para después pasarlo a ordenador. Con Sira, el procedimiento ha sido más acorde a los nuevos tiempos, para esta novela sí ha utilizado el ordenador desde el primer momento.

Charifa se ha metido la novela desde lo más profundo, y algunas partes le han costado más que otras, como las expresiones de Candelaria, la matutera, por ejemplo: fatiguitas en la chepa , bujarrón, ¿cómo traducir estas riquezas de la lengua española? María, a medida que iba escribiendo, iba siendo consciente de que los traductores se acordarían más o menos de ella, pero nos comentó la importancia que tiene en sus textos que cada personaje utilice diferentes registros, no habla igual la matutera que el alto comisario Beigbeder, y eso debe estar presente en los diálogos y definición de los personajes.

La complicidad entres estas dos mujeres, escritora y traductora, es evidente, y para María Dueñas no es tan normal este entendimiento, pero con Charifa siente dejar el texto en buenas manos. Sira está ya disponible en inglés, francés, turco, rumano... y siguen siendo muchos los turistas y curiosos de diferentes nacionalidades que se acercan a esta ciudad para seguir los pasos de su protagonista. ¿Embajadora de Tetuán o agencia de viajes? María Dueñas confiesa sentirse a veces más lo segundo que lo primero.

El público quería saber por qué en esta segunda novela de la gran espía tetuaní, se escogen estos cuatro lugares emblemáticos por donde transcurre la trama y no otros. María Dueñas nos explicó que era importante retomar Sira con la guerra terminada, un tiempo de paz aparente en el que el mundo no está en paz realmente, y quiso rescatar dentro de las mil cosas que estaban pasando en el mundo, los lugares dónde estaban pasando cosas importantes: Palestina en los momentos previos al fin del mandato británico, un triángulo un poco desconocido entre ingleses, judíos y palestinos, Marcus Logan es inglés y asume una importante labor en este territorio; y de ahí a Londres, para mostrar un país en reconstrucción después de la segunda guerra mundial y con muchos exiliados españoles, un tema que le gusta mucho, y que ha tratado también en otras novelas suyas como Misión olvido, que sucede sin embargo en universidades americanas. Después tenía que pasar sí o sí por España, esa España franquista, hambrienta y harapienta, y por supuesto finalizar en Tánger, cerrar el círculo, donde tampoco podían faltar las idas y venidas a Tetuán desde Tánger, donde vive la madre de Sira y otros tantos amigos.

Otras preguntas del público, que abarrotaba la sala este jueves, eran de agradecimiento, de admiración y de curiosidad, el lugar exacto donde vivía Candelaria o Rosalinda Fox, la aclamada ruta de El tiempo entre costuras que ya se está realizando por algunas agencias y pequeños emprendedores, y que recorre lugares reales o ficticios, pero que constituye un magnífico testimonio de la historia de la época. Los tetuaníes están orgullosos de la historia de su ciudad reflejada en este libro. Tantas memorias perdidas que han conseguido ver la luz a través de esta novela, y otras que podemos imaginarnos, porque ya no están. Una memoria oral que se pierde y que hay que intentar salvaguardar, de la que María Dueñas es el mejor ejemplo de esa recuperación de testimonios personales, convertidos en una fantástica novela.