miércoles, 27 de septiembre de 2017

Club de lectura: Los trabajos de Persiles y Sigismunda, de Miguel de Cervantes



Dos jóvenes amantes que desean casarse y encuentran grandes obstáculos que se lo impiden: piratas, monstruos marinos, viajes peligrosos, naufragios, cautiverios... esto es el Persiles de Cervantes y el esquema principal de cualquier novela bizantina, junto con la importancia de las referencias geográficas, como buen libro de viajes y aventuras. En este caso viajamos por Europa de norte a sur, comenzamos el itinerario en los mares septentrionales, un sitio indefinido entre Noruega y Dinamarca, para llegar a Roma pasando por Irlanda, Escocia, Portugal, España y Francia, un paisaje radicalmente opuesto al presentado por Cervantes en El Quijote, que transcurre exclusivamente por tierras castellanas. Dos mundos en este caso bien diferenciados (norte y sur) de la mano de dos enamorados y muchos amigos que van encontrando por el camino, y que aparecen y desaparecen. Un viaje donde triunfa el amor y la perseverancia si uno confía en sus sueños, y que algunos comparan con una alegoría a la aventura de la vida misma. De hecho uno de los temas principales de la obra es la peregrinación, y la consideración de la vida humana como una peregrinación.

Una novela bizantina, derivada de la griega, con abundantes materiales procedentes de la tragedia clásica. En Persiles no hay tragedia pero hay más muertes que en ninguna otra obra del autor. Un viaje lleno de incidencias y aventuras, pasando por cantidad de peripecias imprevisibles. No hay conciencia de tragedia porque el racionalismo del viaje impregna todo, y porque finalmente llegan a Roma donde sucede un final feliz. Tampoco hay conciencia trágica en ningún personaje, aunque sí hay situaciones trágicas. También hay mucha fantasía, ¿un principio del realismo mágico? Pues se dan circunstancias que la realidad no permite. Abdou percibió también un principio de novela picaresca... varios géneros con los que Cervantes jugaba y alteraba, el principio y fin de muchas cosas.

Mª Ángeles destacó la modernidad de la obra al empezar con una acción dentro de una historia ya comenzada, de la que no tenemos referencias, o enterarnos del objetivo de los protagonistas casi al finalizar la obra, transgresión total. Hablamos también del lenguaje formal con el que Cervantes quería obtener la fama internacional, contentando y atendiendo a aquellos que sabían escribir y de literatura, y para ello se esmeró en utilizar una prosa culta, alejada del lenguaje popular, y más apegada a lo que un lector cultivado le hubiera gustado leer en la época. Cervantes dice en algún momento sobre el libro: "El mejor que en nuestra lengua se ha escrito, de entretenimiento". Él pensaba que ahí iba a estar el germen de la nueva narrativa, sin darse cuenta de que ya estaba en El Quijote, con un lenguaje de todos y para todos, y con el que sí logró ese éxito internacional. 

El Persiles fue una obra muy importante en su momento, aunque pocos años después, en 1930, se quedó relegada al olvido. Años después, y debido quizás al éxito del Quijote, se traduce a diferentes lenguas del continente europeo, lo que demuestra el interés en occidente. Esta obra póstuma que Cervantes sabía que no vería impresa, recoge las últimas palabras del autor, un canto a la vida que a pesar de las dificultades por las que pasó nuestro escritor insignia, nos muestra en esta obra su azarosa vida con optimismo y madurez, llena de experiencias íntimas y confidencias ingeniosas. Y se presenta igualmente como un homenaje a la propia figura del escritor al representar la escritura como ese marco donde aún existe la esperanza.

Comentamos los temas que trata Cervantes en la obra: la educación, la corrupción, la religión, la solidaridad... temas que como ya vimos en el club dedicado a dos novelas ejemplares están siempre de gran actualidad. Nos muestra también cantidad de referencias históricas relacionadas con el enemigo común: los turcos; las referencias políticas a Carlos V, Felipe III. Y todo ello con una ironía y un humor muy característico de Cervantes, que se ríe y se burla de todo. Una cabeza privilegiada y una discreción ejemplar, que conseguía evadir a la censura y no chocar contra ella.

En el club virtual de lectura se discutió acerca del tipo de narración, llamada narración enmarcada, que era la forma habitual de escritura narrativa de la época, heredera de la época medieval, y de la que Cervantes es un magnífico ejemplo. Esta narrativa consistía en añadir a la trama principal del texto, que daba sentido y cohesión a la historia, otras historias y anécdotas paralelas introducidas por los mismos personajes que cada uno trae consigo en distinto tiempo y lugar, una tarea que requiere esfuerzo por parte de escritor y lector. Estas historias paralelas y la separación de la obra en capítulos, permite igualmente hacer una lectura aleatoria, no lineal, diferente y muy placentera. También se discutió en este espacio acerca de la definición de algunos términos que aparecen en el capítulo propuesto para la lectura (Cap. X del libro III), especialmente las palabras turcas: rospeni, denimaniyoc, manahora, nankór...  y en el club presencial añadimos las siguientes palabras y expresiones: corbacho, gomia, tarasca, crujía, rebenque, dragut, "cuerpo del mundo", "el pelo de la masa", "Castíguense los que cohechan, los escaladores de casas..." y "Los jueces discretos castigan pero no toman venganza de los delitos"; y por supuesto, la mención a las mazmorras de Tetuán.

El capítulo X del libro III algunos lo han querido clasificar como entremés, por la fuerza cómica, la brevedad y el final feliz. La comicidad recae en el actor, el joven estudiante que se hace pasar por cautivo y cuyas palabras impresionan a los alcaldes, entrando estos igualmente en el humorismo verbal de la escena. La impresión de Fina es que Cervantes, con grandes dosis de humor e ironía, critica todo lo que describe y al mismo tiempo contenta a todos los lectores, pura magia a través de sus palabras. Siempre cerca también del pueblo llano, retratando grandes verdades, solidarizándose con el que más dificultades tiene, pero comprendiendo también al poderoso, historias que lo mismo te dan pena que alegría, muy humanas en definitiva. 

Algunos lectores, estudiantes de Filología Hispánica de la universidad, hablaron de que Cervantes no debe ser lectura obligatoria antes de los 14 años, que  el autor requiere de una madurez que puede asustar o producir rechazo si se intenta leer con anterioridad. Muchos estuvimos de acuerdo, y ahora, ya adultos, nos quedamos con ganas de más Cervantes, al que llevamos homenajeando los tres últimos años, gracias a los cuales hemos descubierto diferentes aspectos y géneros del autor, y Mª Ángeles recomendó la nueva versión del Quijote de Trapiello, disponible en la biblioteca. Parece que siempre habrá textos de este prolífico autor que, aunque empezó tarde a escribir, nos ha dejado un gran legado para releer y disfrutar.