lunes, 24 de abril de 2017

Club de lectura dedicado a la obra de Juan Madrid


El pasado miércoles 19 de abril celebramos el último club de lectura de este curso académico dedicado en esta ocasión a la extensa obra del escritor Juan Madrid. Un sinfín de relatos, novela negra, historias y aventuras de diferentes estilos desde sus primeras obras hasta las más recientes. Este club de lectura fue posible gracias a la donación que a su paso por Tetuán en 2011, cedió el autor a la biblioteca, así como a la gran cantidad de títulos disponibles en la biblioteca electrónica del Instituto Cervantes.

Imagen realizada para el cartel y difusión del club.
Fueron muchos los libros y los lectores que acogió este gran autor, sin embargo en el club de lectura echamos de menos a muchos de los asiduos tertulianos y sus ricas opiniones, aunque los que sí participamos hicimos un buen repaso por su genio y figura, leyendo varios títulos y pudiendo comparar estilos, opiniones e impresiones. Una bonita entrevista a Juan Madrid y a Lorenzo Silva nos guió en la charla y en los temas que trata en sus libros.

Alicia rompió el hielo contándonos que hasta hace poco no había oído hablar del escritor, y que le había conocido en las librerías, en atractivos espacios dedicados a las novedades, con bonitas encuadernaciones y sugerente olores. Y ahora, aprovechando el club pudo por fin leerlo y conocerlo, advirtió de su fácil lectura, y de sus interesantes y bien tramadas historias. Sin embargo, todo le había resultado demasiado duro y cruel en dos de las novelas de la serie de Toni Romano: Mujeres & mujeres y Regalo de la casa, en ninguna de ellas reconocía Alicia el Madrid que ella vivió durante la transición. Juan Madrid retrata una transición dura, llena de corrupción y asesinatos. Julián sin embargo aseguró que no quitaría una sola coma de las dos novelas que llegaron a sus manos, ha visto reflejado el barrio de Malasaña como un espejo, y cada paso que dio él en ese Madrid ochentero, duro y osado, en cada página de Crónicas del Madrid oscuro. Y nos contó la importancia de recordar y de conocer la realidad y mirarla de frente, confiando en que es la única solución para poder salir hacia adelante y enfrentarnos a aquellas situaciones de indefensión que muchas veces tenemos tan cerca. Alaba la obra de Juan Madrid porque no nos permite olvidar. Y comparó la obra con La ciudad de los prodigios, de Eduardo Mendoza, y el duro retrato que hace éste de la Barcelona de finales del s. XIX. Eduardo Mendoza, premio Cervantes de este año, ha sido el protagonista del club de lectura virtual de este mes de abril de la red de bibliotecas del Instituto Cervantes.

En esa línea se sitúan las tres primeras novelas de la serie de Toni Romano, con Un beso de amigoLas apariencias no engañan, y Regalo de la casa, que otro lector había devorado, y de las que destacaba el lenguaje informal, la ironía, la acción y la violencia presentes en las historias, reflejando un mundo completamente ajeno al suyo, y por tanto interesante para descubrir. 

Inma no sintió esperanza en Restos de carmín, o en la edición de Cuentos completos, más allá del retrato y denuncia intrínsecos en la propia acción de escribir. Escenas crueles, dolorosas, un desgarro constante que ella tampoco quiere ver, pues siente una gran impotencia al no poder actuar sobre ellas, y por eso molestan. Confesó también que quizás espera más de la literatura que el reflejo de la realidad, y alabando igualmente ese compromiso del autor, la forma le parece a esta feroz lectora tan importante como el contenido. Nos contó así como al mismo tiempo que leía los cuentos de Juan Madrid, leía también los relatos de Antonio Tabucchi en El tiempo envejece deprisa, que si bien pueden hablar de los  mismos temas, están contados de forma totalmente diferente. Destacó Inma también la frivolidad con la que desde su punto de vista trata Juan Madrid los cánones de belleza, la figura de la mujer, y en definitiva el retrato de una sociedad a la que le faltan demasiadas cosas por hacer. Inma cree que todo esto también es premeditado, y que forma parte de un proyecto social en el que el autor está inmerso, y que refleja a través de sus novelas. Rachid estaba de acuerdo, y opinó que ahí reside precisamente la importancia y la responsabilidad del escritor, contar y atraer denunciando de forma fiel sin olvidar la magia de la literatura.

En Huída al sur, Alicia se reconcilia con el escritor, una novela juvenil de fácil lectura y grandes valores que además de hacerla viajar, la regalaron un poco más de esperanza. Otro lector habló también de otro libro del autor que le hizo viajar y conocer otra cara, mucho menos dura, de Juan Madrid: Los piratas de Ranghum, una preciosa aventura allende los mares, con todos los ingredientes de suspense y acción necesarios de una epopeya clásica.

También hablamos de la obra cinematográfica Días contados, título de una obra homónima del autor, y en la que participó también como guionista. Todos los que la habían visto destacaron el interés de la película, tanto por los actores o la música, un elenco de intérpretes bien conseguido, como por los temas y la psicología retratada de los personajes, como Carmelo Gómez en un profundo debate interno, con contradicciones que enfrentaban sentimientos y aspiraciones políticas.

En definitiva una lectura rápida, ágil, fresca y atractiva, con mucho diálogo y mucha acción; y un autor valiente, comprometido, indispensable de leer y conocer, en sus diferentes estilos. Desde los títulos de novela negra, que nos muestra un reflejo de aquellas miserias presentes en una sociedad a las que evitamos mirar de frente, en un compromiso absoluto con la época en la que está viviendo. Y por otro lado historias llenas de aventuras, acción e importantes valores que reflejan otra cara de este gran escritor, que lleva más de 30 años escribiendo y que esperamos que siga entreteniéndonos muchos más. 


lunes, 10 de abril de 2017

Artistas de antes y de ahora para despedir el mes de marzo.


Comenzamos la XXXIII edición del Abril Cultural la semana pasada con la inauguración en el Instituto Cervantes de Tetuán de una exposición dedicada a la ilustración de libros infantiles de Pilar Campos: "Cuento que te pinto, pinto que te cuento". Pilar Campos es ilustradora desde hace ya dieciocho años, empezó con los grabados y continuó imaginando diseños para juegos, cuentos, leyendas y guías de viajes, siempre orientados a un público infantil, en el que confía que existe una capacidad de creación inmensa. Pilar inauguró la exposición el pasado lunes 3 de abril, contándonos su trayectoria como autodidacta en artes plásticas, y de esta habilidad suya que dice que poder ser aprendida Y para ello dispuso un mural lleno de manchas de colores para que a través de esas formas irregulares los más pequeños puedan inventar otras creaciones, un sinfín de posibilidades que todos podemos aprovechar en esta muestra que estará expuesta hasta finales del mes de abril en el IC de Tetuán.  

Exposición  "Cuento que pinto, pinto que te cuento" en el IC de Tetuán.
Y con esta exposición, y al dar por finalizado el mes de marzo, aprovechamos para hacernos eco de interesantes actividades celebradas en homenaje a la pintura y a las mujeres, la mitad de la población que durante tanto tiempo ha estado privada de derechos y oportunidades al compararla con la otra mitad, los hombres. Destacamos una preciosa iniciativa de la Comunidad de Madrid que lleva por nombre Mujeres en las artes, un ciclo de conferencias que tenía como objetivo recordar, visibilizar y debatir el papel de las mujeres en las diferentes artes, que se ha desarrollado durante el mes de marzo de este año, y del que queremos destacar la siguiente conferencia Un nuevo "género" de pintura: mujeres artistas en la Edad Moderna, de Beatriz Blasco Esquivias, Catedrática de Historia del Arte en la Universidad Complutense de Madrid, especializada en el Barroco. Beatriz destacó en esta conferencia los pocos años que han pasado para poder visualizar en museos y libros de Historia del Arte nombres de mujeres artistas, que existen desde la Antigüedad, pero que no es hasta 1970 que comienzan a aparecer y a ser reconocidas. Podemos afirmar que como la historia del arte la estaban hasta entonces escribiendo los hombres, éstos solo se acordaban del resto de hombres, evitando visibilizar esa labor artística e intelectual nacida de las mujeres y evidenciando así su propia debilidad.

Plinio el Viejo en su Historia Natural ya recogía que la pintura fue inventada por una mujer, aquella que trazó sobre un muro la sombra proyectada del rostro de su amado para poder recordarlo cuando éste partiera a tierras lejanas. Con esta preciosa historia comenzó Beatriz Blasco su conferencia sobre el intencionadamente olvidado papel de las mujeres en la pintura. Nos habló de un olvido que podemos ver plasmado en los libros de arte pero que va disminuyendo a medida que crece el interés por investigar sobre el tema en los últimos años, momento en que se descubren los dos factores más importantes que determinan esta marginación de las mujeres. De un lado, la dificultad de acceso de las mujeres al mundo de la pintura (salvo en el papel de modelos); las que por azar sí podían acceder eran en su mayoría hijas o familiares de pintores, condición que les permitió tener esa formación, encargándose algunas de ellas, además de a sus propias obras, a finalizar incluso otras de sus familiares. Muchos padres concertaban después alianzas matrimoniales para afianzar su profesión. Otras no tenían tanta suerte y tenían que ingresar en un convento para poder seguir con su independencia  en este oficio. Otra alternativa para algunas fue la Corte, institución desde la que eludían la autoridad de los gremios. Y a la dificultad de acceso se le sumaba posteriormente la falta de reconocimiento que corporaciones gremiales y Academias de Arte que argumentaban diciendo que pintaban géneros menores como bodegones o retratos, se configuraba entonces la gran falacia, pues eran los mismos géneros que también pintaban ellos. Las mujeres de la época recogieron además escenas cotidianas, retratos, paisajes y espacios íntimos donde la costura y la lectura estaban muy presentes. Destaca también  un curioso gusto por los insectos que plasmaron con maravillosa destreza, tanto hombres como mujeres a lo largo de todo el s. XVII.

El Barroco se va a caracterizar por ser un periodo que abarca todo el s. XVII, con gran variedad de propuestas renovadoras, un siglo que comienza apostando fuerte por un naturalismo explícito,  rompiendo con las pomposas e imposibles maneras plasmadas en la pintura de siglos anteriores. Un mundo apasionado y sentimental donde las mujeres, como en otros ámbitos, no tenían cabida como intérpretes pero sí como objeto de interpretación y como público a quién adoctrinar y aleccionar.
Y ahora el Barroco cobra algo de color y se hace eco de importantes nombres que no podemos ya olvidar, como los de Artemisia Gentileschi (Roma 1593 - Nápoles hacia 1654), considerada como la primera pintora feminista, por la rebeldía y displicencia que desbordaban sus pinturas, reflejo de duras vivencias personales. Una maravillosa retrospectiva de la artista fue recuperada este año en su memoria en forma de una exposición en Italia. Se suma a este homenaje una publicación biográfica que vio la luz en España el pasado año 2016. Clara Peeters (Amberes, 1594 - La Haya, 1657), ha sido otra gran figura recuperada también el pasado año en una rica exposición organizada por el Museo del Prado, curiosos resultan de esta autora los autorretratos que podemos ver dentro de algunos cuadros, en miniatura y aprovechando superficies curvas, pequeños guiños que la artista se permitía. Sofonisba Anguissola (Cremona, hacia 1535 - Palermo, 1625), por su parte, fue un ejemplo de pintora protegida en tanto que dama de la corte española. Otras pintoras de gran importancia y calado son Fede Galizia (Milán, 1578 - 1630), Judith Leyster (haarlem, 1609 - Heemstede, 1660), Rosalba Carriera (Venecia, 1675 - 1757) o Elisabeth-Sophie Cheron (París, 1648 - 1711). Y si bien en el mundo hispano la represión fue aún mayor que en el resto de Europa, podemos destacar a Isabel de Santiago (Quito, década de 1660 - 1714), o a Luisa Roldán (Sevilla, 1652 - Madrid, 1706), la Roldana, como dos grandes ejemplos de mujeres artistas de este periodo, que arriesgaron si cabe más aún que las demás para poder hacerse un hueco, en diferentes artes plásticas, en pintura la primera y en escultura la segunda.

Cortina de libros de Pilar Campos en la exposición.