El viernes 25 y el sábado 26 de abril cerrábamos la semana cervantina con un broche de oro: el club de lectura sobre el libro Paquita en tierra de moros, y la ruta literaria del libro, ambas actividades con la presencia del autor y de los lectores de los clubes de lectura de la biblioteca pública de Ceuta, y del Instituto Cervantes de Tánger y de Tetuán. Un fantástico triángulo de la lectura con un magnífico libro y un maravilloso escritor hispano marroquí: Driss Bouissef-Rekab Luque.
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Club de lectura el viernes 25 de abril en la biblioteca infantil del Instituto Cervantes de Tánger |
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Algunos lectores del club en las escaleras del Instituto Cervantes de Tánger. |
Largo y tendido pudimos hablar de Paquita, la madre de Driss y a la que este dedica el libro. Tanto asombró este personaje que una lectora le pidió que cambiara el título del libro a Paquita en el país de las maravillas, pero Driss quería que el título sugiriera ya la idea de una cristina en tierras musulmanas, y por eso escogió este título y no otro, aunque a todos nos hizo gracia la reflexión, ya que, aún con todas las vicisitudes aquí vividas, finalmente Marruecos ha sido el país escogido por Driss para vivir la mayor parte de su vida por elección propia. Otros lectores destacaron que era un libro de mujeres y para mujeres, al tiempo que manifestaron lo bien rodeado que Driss siempre había estado de todas ellas, con Paquita, sus hermanas, sus mujeres y su hija Sonia. Mujeres fuertes y maravillosas que no han cesado nunca en su lucha, tanto por él como por ellas mismas. De su padre Mohamed, falangista afín al régimen, machista y de carácter duro aunque con buen corazón, todavía le cuesta más hablar, por eso su muerte ni siquiera aparece en el libro, y quizás también por eso el libro está escrito en tercera persona, para tomar distancia de los recuerdos más duros.
Quizás por todo esto, Paquita en tierra de moros es más dulce que A la sombra de Lala Chafia, un libro que también narra la vida del autor pero desde otra perspectiva, y escrito desde la cárcel. De hecho, si no llega a ser por el periodista Javier Otazu, no hubiera incluido este periodo de su vida en Paquita. Ante las diferentes preguntas sobre este tema, Driss nos confesaba que el día que salió de la cárcel fue el día más triste de su vida: sin trabajo, divorciado, y sin saber qué iba a hacer con su vida después de trece años encerrado. Cuando le preguntaron si, toda una vida después, volvería a pasar por lo mismo, aseguró que sí, porque «cuando una persona se compromete con un movimiento de transformación de un país, cree en lo que está haciendo». En esa época el idealismo comunista impregnaba el ambiente juvenil de Europa y Marruecos, y él sentía que quería luchar por mejorar su país, aunque asegura que cometieron un error: no tener las herramientas para medir las fuerzas del makhzen: «No teníamos ni idea de cómo funcionaba el poder en Marruecos». Sigue pensando que no hay democracia sin laicismo, y comparando su época con la actual es más pesimista, cree que ahora no hay entusiasmo por cambiar nada, ni en los países en desarrollo ni en los desarrollados. Y con un nuevo apelativo para este escritor tetuaní terminamos el club de lectura: el Nelson Mandela de Tetuán.
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Inicio de la ruta frente al palacio real recordando el famoso bar La Parra. |
Y el sábado retomamos el encuentro paseando y recordando el bar donde su padre se gastaba el sueldo y la zapatería en la que trabajaba su madre antes de casarse, para llegar al antiguo cine Misión y al antiguo colegio de la Alianza Israelita, mientras visitábamos las librerías más emblemáticas de la ciudad de Tetuán, Alcaraz y Ágora, en nuestro camino hacia el Barrio Málaga. Allí visitamos la antigua iglesia convertida en mezquita, el cine Victoria y la casa de la abuela de Driss, en la que estuvo viviendo con sus hermanos. Finalizamos el paseo en los preciosos jardines del Hospital Militar de Tetuán pensando en el próximo encuentro, con la alegría y esperanza que ofrece conocer a escritores de tanta calidad humana.
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Fin de la ruta en los jardines del Hospital Militar de Tetuán. |